Miguel Quintana Pali es un hombre discreto. Siempre parece estar sereno, tranquilo, como si estuviera inundado por una paz interior que irremediablemente proyecta.
Si un día vas a Xcaret, es posible que te topes con él por algún lugar del parque, caminando sin prisa entre los turistas acelerados, revisando, cuidando que todo marche bien. Y si eso sucede, jamás imaginarás que estás frente a uno de los dueños de Xcaret, el líder de la empresa, simplemente porque es un hombre sencillo, muy alejado de lo ostentoso.
Según cuenta la historia, a principios de los años 80 del siglo pasado, cuando la Riviera Maya no existía y Cancún comenzaba a existir, un grupo de empresarios mexicanos adquirió un terreno con el objetivo de llevar a cabo un desarrollo turístico. Poco después, en 1984, Miguel Quintana le compró a este grupo de empresarios cinco hectáreas de esas tierras, simplemente para, siendo él arquitecto, diseñar y construir su casa.
“Sin embargo, al empezar la limpieza del terreno, fue descubriendo cenotes formados por bóvedas que se desplomaron tras millones de años de erosión a causa de corrientes subterráneas que ahí desembocan al mar. Cambió de idea y sintió que tantas bellezas no podrían ser el privilegio de unos cuantos”, cuentan.
Fue entonces que le nació la idea de convertir aquello en un parque natural abierto al público, por lo que se asoció con los hermanos Óscar, Marcos y Carlos Constandse, para construir lo que hoy en día es Xcaret, una impresionante historia de éxito a partir de que abrieron, en diciembre de 1990.
Desde entonces, Quintana Pali y sus socios han constituido un equipo poderoso e imaginativo. No solamente han aprovechado las bellezas naturales del parque, sino que constantemente lo han enriquecido sumándole nuevos atractivos, como la hacienda henequenera, la iglesia en un cenote, su espectáculo, que ya es célebre, en el impresionante teatro Gran Tlachco; la Cava, el Panteón, el Festival de Vida y Muerte, etcétera.
Crearon también los parques Xel-Há y más recientemente Xplor. Todos exitosos. Y ya están construyendo otro nuevo.
Aunque no están en Cancún, sus tres parques son parte de los principales atractivos de Cancún; y sin duda que el nacimiento de Xcaret fue uno de los pilares para que se desarrollara turísticamente lo que entonces se conocía como el corredor Cancún-Tulum y que ahora lleva el nombre ni más ni menos que de Riviera Maya. Tal es la importancia y trascendencia de Xcaret y del trabajo llevado a cabo por Quintana Pali y sus socios.
En septiembre del año pasado, el gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, le entregó a Miguel Quintana la Medalla al Mérito Turístico “Antonio Enríquez Savignac”. Se le otorgó como un reconocimiento a su “visión y esfuerzo para desarrollar conceptos innovadores que han permitido consolidar la oferta turística de Cancún y Riviera Maya, con los parques Xcaret, Xel-Há y Xplor, los más emblemáticos del destino y que en conjunto reciben un promedio de dos millones de visitantes cada año, bajo estándares de clase mundial”.
Y hace unos días, el Consejo Nacional Empresarial Turístico, que preside Gastón Azcárraga, le entregó en el Club de Industriales, con la presencia de la secretaria de Turismo, Gloria Guevara, la Presea CNET al Liderazgo Turístico que, de acuerdo con lo que explicó el propio Azcárraga, se creó para reconocer a las personalidades que se hayan distinguido en la actividad turística y que sean un ejemplo a seguir.
Se habían tardado. Hace mucho que había que hacerle honores a este hombre que tanto ha hecho por México. Y no tengo duda de que vendrán más reconocimientos y de mayores rangos. Empresarios como Miguel Quintana no se dan en maceta, así que debemos agradecerle que trabaje para que nuestros hijos y nosotros mismos tengamos días de felicidad cuando vamos a sus parques. Será por eso que se ve tan sereno, porque su chamba es hacer felices a los demás.
Publicado en: Milenio Diario