Si algún estado ha recibido en los últimos años recursos públicos extraordinarios para recuperar su actividad turística, ese ha sido por mucho Guerrero; aunque los resultados han sido, por decir lo menos, decepcionantes.
El estudio del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), que dirige Miguel Alonso, no ha significado un cambio importante para las inversiones e incluso empresarios como Carlos Slim Helú, presidente de Carso, se han replegado de sus otrora ambiciosos planes.
El Tianguis Turístico del año pasado, quedó atrás de los resultados obtenidos por el anterior en Guadalajara; no obstante que la Secretaría de Turismo y el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) invirtieron más dinero.
El tema de fondo es si tiene sentido seguir haciendo ese evento de manera alternativa, un año sí y otro no, en Acapulco; cuando su conectividad aérea internacional es muy limitada y la oferta turística sigue sin evolucionar.
El más reciente golpe a su imagen es que todo el estado se encuentre en la calificación cuatro de las recomendaciones de viaje del Departamento de Estado de la Unión Americana.
Una posición reservada para países que están en estado de guerra, como Libia y Somalia.
Ciertamente la situación de seguridad en Guerrero es muy complicada, pero hay zonas de Acapulco como Puerto Marqués o Acapulco Diamante que siguen siendo muy atractivas para hacer turismo.
Lo mismo que la zona hotelera de Ixtapa, que incluso reporta cifras importantes de crecimiento.
Llama la atención en este caso el poco interés del gobernador Héctor Astudillo y de Ernesto Rodríguez Escalona, su secretario de Turismo, para al menos acercarle información al gobierno estadounidense.
Desde que en agosto pasado las alertas de viaje de Estados Unidos prendieron los “focos amarillos” en Quintana Roo y Baja California Sur, sus gobernadores y titulares de turismo tuvieron una actitud proactiva para dialogar con las autoridades estadounidenses.
Un trabajo que a nivel federal encabezó Enrique de la Madrid, el secretario de Turismo, quien colocó este tema entre sus prioridades; a sabiendas de que el mercado estadounidense representa dos terceras partes de los viajeros internacionales que llegan a México.
Es increíble entonces que los propios guerrerenses no hayan trabajado efectivamente por Acapulco e Ixtapa; acostumbrados como están a dejar sus problemas en manos de otros.
Las actitudes soberbias y de nacionalismo mal entendido no vienen al caso; de hecho la soberanía se defiende haciendo lo necesario para generar más oportunidades de empleo y creación de riqueza y el turismo es una de las pocas opciones para esa entidad.
Las recomendaciones de viaje estadounidenses no son un tema sujeto a negociaciones, pero Sectur acaba de demostrar que si la inseguridad en México es un reto enorme; las autoridades de ese país reaccionan positivamente ante la información veraz.
Así es que si el gobernador de Guerrero no se “pone las pilas”, ni siquiera podrá exigir en las campañas que Acapulco se mantenga como sede del Tianguis cada dos años, pues hoy está vetado para el turismo estadounidense.