Historias de turismo en Jordania (II)

 
Alonso Gordoa
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AMÁN, Jordania.— Si la visita a los sitios arqueológicos y el desarrollo de actividades de turismo de naturaleza son dos de las principales razones para viajar a Jordania, la tercera es el desierto y su icono, Wadi Rum.



El sueño de unos viajeros que se hospedan en una casa de campaña, donde son atendidos por los habitantes del desierto ya ha sido proyectada en numerosas películas de Hollywood.

Sin embargo, lo que hace la mayoría de los turistas es muy diferente a tener una experiencia de lujo sobre mullidas alfombras, mientras una mujer hace alarde del Belly Dance.

De unas 400 mil personas que visitan cada año el impresionante desierto de Wadi Rum, escenario de los míticos combates de los beduinos contra los turcos, con Lawrence de Arabia al frente, sólo 10% se queda a dormir en el desierto.

Rafiq Suleiman, miembro de la familia que fundó esta experiencia turística en Jordania y que es líder en este mercado con su empresa Captain’s Desert Camp, dice que la propuesta de esta compañía ha sido darle una experiencia auténtica a los viajeros.

De hecho, la crítica más frecuente que sobre estos campamentos aparece en sitios de internet como Trip Advisor es que las sábanas que cubren las camas dentro de las tiendas de campaña siempre están llenas de arena.

En el desierto, la arena se cuela por todas partes y Suleiman dice que la vida en el desierto es así, lo que finalmente terminan por aceptar sus clientes.

El premio es observar las extraordinarias construcciones rocosas esculpidas por la naturaleza a través del viento y el transcurso de millones de años, hacer un paseo en globo o arriba de un camello y escuchar el silencio infinito bajo una noche estrellada.

También probar el cordero que, como la barbacoa, se cocina lentamente en un hoyo bajo la arena del desierto o los panes árabes, que son cocidos a la vista de los comensales en una fogata.

Estos empresarios, fieles a los preceptos musulmanes, no ofrecen vino ni otras bebidas alcohólicas en sus campamentos, aunque aceptan que las lleven los turistas o los touroperadores.

Pasar una noche en Wadi Rum cuesta a partir de 250 dólares por persona, aunque hacerlo en un campamento especial, incluso exclusivo para una pareja, puede ir desde 400 hasta 800 dólares por persona.

Esta empresa, que además opera el restaurante del Centro del Desierto de Wadi Rum y tiene un hotel boutique en la cercana ciudad de Aqaba, cuenta con menos de 100 empleados.

Sin embargo, está asociado con 600 familias beduinas que ofrecen el transporte terrestre, lo que genera una derrama relevante para la región.

Vivir una experiencia auténtica y única es la gran motivación para los viajeros.



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