Costa Palmas, un megadesarrollo junto al Mar de Cortés

 
Carlos Velázquez
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Costa Palmas, BCS. En el corazón de Cabo del Este, el nuevo polo turístico del municipio de Los Cabos, hay una propiedad de 402 hectáreas que ya es el principal generador de empleos en esta zona.



Con 700 trabajadores directos en el Hotel Four Seasons y mil más en el complejo, que incluirá un Aman y otros tres hoteles; hoy cuenta con un campo de golf, viene una marina y ya hay restaurantes como Milos y Mozza.

Este desarrollo de la firma Irongate, de Jason Grosfeld, ha invertido más de 800 millones de dólares y sigue atrayendo compradores de ese 1% de la población global que tiene yates y vuela en aviones privados.

También aquí el año pasado registraron ventas récord, cuando los millonarios de Nueva York, Texas o California salieron en busca de espacios al aire libre y segundas casas sin elevadores.

En ese periodo se han vendido residencias, departamentos y terrenos desde cuatro hasta 30 millones de dólares y Rodrigo Bretón, el director de Irongate México, dice que Costa Palmas es un “pequeño Fonatur”.

Grosfeld tiene un desarrollo en Hawái y en México buscó una propiedad junto al Mar de Cortés cuyo principal atractivo es que sí se puede nadar y rodeado de una zona donde se realizan actividades como kitesurf, cañonismo y pesca.

Él y su equipo decidieron trabajar con las comunidades de la zona, como La Ribera, Santiago, Las Cuevas y Miraflores de donde proviene buena parte del personal.

Por ejemplo, el sábado 5 de marzo se incendiaron 22 casas en el pueblo de Santiago, a media hora del complejo, y entre los primeros en llegar con ayuda fue una cuadrilla de Irongate que ahora participará en la reconstrucción de las seis casas que se destruyeron por completo.

También invirtieron en la construcción de una Escuela de Turismo de la Conferación Revolucionaria Obrero Campesina (CROC) y en la plantación de tres mil 500 metros cuadrados de huertas orgánicas.

Mientras el valor de la propiedad de las tierras de los ejidos alrededor de este proyecto, ha aumentado más de 20 veces en los siete años que lleva el desarrollo.

Si aquí no aplica la frase acuñada por este gobierno de los “paraísos turísticos e infiernos de marginación”, comenzando porque Baja California Sur es el segundo estado con menores índices de pobreza en México, tampoco ha sido sencilla la relación entre las comunidades y un desarrollo de este nivel.

A los habitantes de La Ribera les ha cambiando la vida, pero sigue habiendo diferencias culturales y perspectivas distintas sobre muchos aspectos desde los laborales hasta los medio ambientales.

No es fácil, por ejemplo, que los trabajadores de los restaurantes cumplan con los estándares esperados en el servicio de los alimentos o que no vuelvan personal una llamada de atención.

Como contraparte muchos propietarios, 90% estadounidenses y 10% mexicanos, reconocen la calidad humana de estas personas.

Tampoco han faltado los ambientalistas, algunos en Cabo Pulmo, que protestan contra la marina; aunque Costa Palmas está fuera del polígono de influencia de esa reserva.

Hoy tienen un equipo permanente para atender la relación con las comunidades y viene una fundación ambientalista, que además buscará incidir en lo social y lo económico, en lo que Bretón ve como una relación a largo plazo que seguirá forjándose dos o tres décadas más.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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