Acapulco demanda apoyo y después lo bloquea

Periodico Viaje Carlos Velazquez
 
Carlos Velázquez
hrs.

Si los oaxaqueños reconocen que son tan complicados que “hasta el queso lo hacen bola”; los guerrerenses ni siquiera tienen el chiste de ese producto lácteo.

Desde hace cuatro años, y como parte de una impostergable recuperación de Acapulco, había tomado fuerza el proyecto para reconvertir el Centro de Convenciones en un espacio comercial donde confluirían muchas actividades.



Algo que, por lo visto, ya no sucederá, debido a la incapacidad para ponerse de acuerdo de los propios guerrerenses.

Sobre este tema vale la pena referir algunos antecedentes.

Fue cuando el perredista Zeferino Torreblanca asumió la gubernatura de Guerrero, que Juan Antonio Hernández, presidente de Autofin, obtuvo el apoyo político para desarrollar lo que hoy se conoce como Mundo Imperial.

Más allá de que las instalaciones del nuevo centro de convenciones y su oferta de hospedaje adyacente sean de gran nivel; fue como una “estocada”, en términos taurinos, para el Centro de Convenciones  de la llamada “Zona Dorada”.

“Estocada” porque ya arrastraba muchas deficiencias y, no obstante encontrarse en un sitio privilegiado, su operación se había encarecido y vuelto poco eficiente debido a problemas de construcción y diseño.

Basta recordar aquel Tianguis Turístico de 2009, cuando en medio de la crisis de nueva influenza y la debacle económica de Estados Unidos, un fuerte temblor causó pánico, pues los asistentes sintieron que las salidas ni siquiera estaban señalizadas.

Fue allí cuando Gloria Guevara, como titular de Turismo, tomó la decisión de sacar el Tianguis de Acapulco y hacerlo itinerante; que fue paliada por el presidente Enrique Peña, decidió regresarlo cada
dos años.

Cuando Ángel Aguirre —gobernador de quienes pocos quieren acordarse— estuvo al frente del estado, incluso le quitó la concesión al empresario Eutimio García y su grupo sobre el viejo Centro de Convenciones.

Fue entonces cuando se habló de un gran proyecto para relanzar no sólo este espacio sino a Acapulco en su conjunto y en donde resultaba muy relevante el interés que había mostrado Carlos Slim Helú, el empresario más rico y exitoso de México.

El Fondo Nacional de Fomento al Turismo pagó un estudio para reposicionar el destino, se habló de la contratación del despacho de arquitectos Sordo Madaleno e incluso se especuló con la posibilidad de que el Banco de México aportaría el campo de golf de nueve hoyos adyacente al Centro de Convenciones.

Acapulco ha sido fuertemente respaldado por la Secretaría de Turismo, pues Guerrero es uno de esos estados donde la pobreza desborda cualquier parámetro aceptable.

Pero la situación es que hoy ni siquiera los personajes que se encuentran en el poder son capaces de ponerse de acuerdo y anteponen sus cotos al bienestar general.

Hoy, Ernesto Rodríguez Escalona, secretario de Turismo de Guerrero y cabeza de una familia adinerada de Acapulco, está enfrentado con el presidente municipal de ese destino, Evodio Velázquez, y las decisiones no se toman ni avanzan.

Un caso lamentable, pues Acapulco, antes que todo, debería ser una gran fuente de ingresos para esa entidad de tantos contrastes.



hrs.

Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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