Dicen en el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) que la Marina de Cabo San Lucas es sui generis, expresión en latín que tienen entre sus acepciones “estrafalario”, misma que se queda corta para describirla.
En enero a las navieras les aumentaron 40% las tarifas a cambio de las cuales reciben unos servicios aceptables, pero otros muy malos.
Hasta el año pasado los cruceros más grandes pagaban por anclarse unos 24 mil dólares más IVA y ahora la cifra es cercana a los 34 mil dólares más IVA, pero además por los pasajeros pagaban cuatro mil 500 dólares y ahora pagan seis mil 300.
Digamos que el promedio actual por crucero fuera de 25 mil dólares y que hubiera 230 como la temporada pasada; nada más por este concepto la marina tendría ingresos anuales de cinco millones 750 mil dólares más IVA.
A la misma llegan además algunos de los yates más lujosos, como el Seven Seas del director de cine Steven Spielberg, que hace tres semanas le dio un paseo por el Mar de Cortés al expresidente estadounidense Barak Obama y su familia.
Pero la “cara oscura de la luna” comienza con una maniobra del otrora senador priísta Ricardo Barroso, quien hizo obligatorio contratar pilotos locales para conducir las maniobras de anclado, como si se tratara del Canal de Suez y no de la Marina de San Lucas.
Después vienen los servicios que otorga la marina, en donde los baños públicos fuera del recinto son deplorables y los interiores bastante malos, aunque no a ese extremo.
Las luminarias son de halógeno, que ya no se producen, así es que hoy sólo funcionan la mitad y urge cambiarlas por unas de leads; aunque lo más importante sería reemplazar la tubería del drenaje de la parte nororiental de la Marina.
Tanto Arturo Morales, subdirector de Administraciones Portuarias Integrales de Fonatur; como Fernando Hoyos, titular de la Marina de Los Cabos, están conscientes de esta situación, pero la solución no es sencilla.
Fonatur tiene la concesión de la API, pero una filial diferente es dueña del terreno donde están las oficinas y los baños; además la primera cobra y tiene utilidades, pero no puede no puede reinvertirlas en la Marina sin la autorización de la Secretaría de Hacienda.
La Subdirección de Morales reportó el año pasado ganancias por 55 millones de pesos, que seguramente serán mayores en 2020 nada más por el incremento tarifario; pero con esos recursos tienen que atender necesidades de las áreas públicas del destino y hasta subsidiar a la API de Huatulco, que también administra Fonatur.
En total se necesitan 1.2 millones de pesos para arreglar los baños; 14.2 millones de pesos para cambiar el drenaje y unos 5.5 millones para reemplazar las luminarias de los 11 andadores.
Y resulta que la división que lleva las API de Fonatur, ya fue actualizada legalmente para operar el Tren Maya una vez que se construya; así es que además del galimatías descrito aquí, el área especializada en servicios a la navegación terminará siendo ferrocarrilera.