Viajes de ultralujo: se solicitan competidores para organizarlos

 
Carlos Velázquez
hrs.

Zachary Rabinor, presidente y fundador de Journey Mexico, fue seducido desde joven por lo vibrante de México, dice la página de presentación de esta Compañía de Gestión de Destinos (DMC, en inglés) que ha hecho una fortuna vendiéndole experiencias a los viajeros del más alto poder adquisitivo de Estados Unidos, Canadá y Europa.



“Zach fundó Journey Mexico en 2003 con la visión de compartir su amor por México con los viajeros de todo el mundo, abriéndole los ojos a las inesperadas experiencias culturales, de naturaleza, de aventura y lujo que México ofrece”, señala también.

Lo que omite este neoyorquino es que su “amor por México” lo ha llevado también a suponer que el país es su “coto de caza”, en el que él y sólo él tiene el monopolio de los viajes de superlujo.

Además, pagando bajos salarios a los mexicanos y facturando sus ventas en Estados Unidos, por lo que ni siquiera aporta al país una cantidad de impuestos razonable por los, al menos, decenas de millones de dólares que factura cada año.

Nada más hay que imaginarse un viaje para 10 personas saliendo de Nueva York a Los Cabos, para hospedarlos en la residencia que se llama La Datcha, propiedad de un empresario ruso, frente al Mar de Cortés y que, entre sus amenidades, cuenta con un bar de hielo para echar tragos en un ambiente desértico, pero a temperaturas bajo cero.

Zachary organiza todo, incluyendo la renta de jet privado, el chef, las experiencias únicas, como navegar en un yate o ir a probar lo mejor de la gastronomía de La Paz, y cobra por una semana cientos de miles de dólares o más, dependiendo de cuántas botellas de champán Cristal se consuman.

En Los Cabos tiene una oficina y todo lo subcontrata, es decir, el transporte, los guías, el chef, las personas que limpian la casa y siempre negocia los precios más bajos, pero cobra en Estados Unidos y allá paga sus impuestos.

Y luego vienen las historias lamentables, como la de Manuel Díaz-Cebrián, exdirector del Consejo de Promoción Turística en Europa y otro especialista en el turismo de lujo quien, por cierto, en su momento le abrió muchos contactos a este emprendedor estadunidense, tanto en México como en Londres.

Rabinor ha tendido una red de contactos muy importante, pero, en los hechos, ha demostrado que su “amor por México” se funda en un carácter inseguro, que lo hacen confundir ese sentimiento con tener el monopolio de los viajes de lujo en México.

Un ejemplo de lo anterior es que, cuando se enteró de que Díaz-Cebrián, legítimamente, estaba apoyando a Jorge Cervera, autor del libro México Pelágico, en su afán por hacer un DMC especializado en experiencias, como nadar con orcas o bucear con tiburones, puso el grito en el cielo.

Primero amenazó a algunos potenciales proveedores de Cervera con la historia de que les quitaría sus clientes si aceptaban hacer tratos con un nuevo prestador de servicios.

Cuando Díaz-Cebrián dijo que seguiría con el proyecto, Zachary incluso habló con algunos de los clientes más importantes del primero para pedirles que cancelaran los contratos con él.

Así es que entre las amenazas de Zachary y la falta de otros jugadores que le hagan una competencia importante, este personaje sigue siendo el principal beneficiario de organizar viajes de ultralujo a México.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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