Un periodista no debe contar historias personales para hacer una crítica a menos de que sea de interés público y aquí tenemos un caso.
En estos dos años del Covid-19, algunas terminales aéreas y empresas se están esmerando en atentar contra los derechos de los viajeros; quienes además de padecer las molestias derivadas de la pandemia, deben enfrentar otras calamidades que parecen diseñadas por un entusiasta de las prácticas sádicas.
En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, cuyo director general es Jesús Rosano, parecería haber una alianza macabra para complicarle la vida a los usuarios de sus servicios.
El sistema de revisión de seguridad que opera la empresa Eulen se ha esmerado en crear un cuello de botella a la entrada de las terminales, por lo que la “sana distancia” es una entelequia de la que nadie se acuerda.
Los escaners de cuerpo funcionan mal y frecuentemente aparecen sobre la imagen de los pasajeros, unas tarjetas amarillas que obligan a una segunda revisión manual que puede dilatarse hasta 15 minutos.
Algunos salones permanecen cerrados, como el de American Express en la terminal 2, aunque las anualidades se mantienen; pero lo peor es que no existan avisos al respecto, así es que los tarjetahabientes tienen que hacer una larga e inútil caminata hasta uno de los puntos más remotos del aeropuerto.
Y luego está la creatividad de algunos trabajadores de las aerolíneas, que se inventan reglas absurdas como exigir un boleto de regreso a los viajeros que van a Estados Unidos para documentarlos; quizá porque tienen el sueño de que los contrate el servicio migratorio de aquel país.
Así es que ahora que se recupera el turismo de la pesadilla del virus, los procesos en el aeropuerto más importante del país están empeorando.
Pero el deseo por viajar no ceja y ya para abordar el avión, detrás de un anuncio de Hawei, hay otro de una tienda que se llama ¡Ay Güey!, lo que parece un guiño de buen humor para no perder el entusiasmo.
Divisadero
Despedida. Esta semana falleció José Antonio Rivera, un personaje del turismo mexicano que ocupó la dirección general de los Hoteles Camino Real; comandó el proyecto del Centro Banamex y en los últimos años fue director de Desarrollo de AMResorts.
Descanse en paz un apasionado del negocio de los viajes, quien además era admirado por su discresión y sencillez.
Malas maneras. Antonio Jalife es considerado un analista antisionista, aunque trata de enredar a sus seguidores para no ser abiertamente criticado, y también es uno de los pocos que celebra las ocurrencias de Miguel Torruco, el secretario de Turismo.
La semana pasada, y sin decir ni agua va, Jalife calumnió a Simón Levy quien ya está preparando una denuncia penal en su contra.
A decir del ex subsecretario de Turismo, se trata de otro ataque indirecto de Torruco contra su persona y es que si un ave camina como pato, nada como pato y grazna como pato, pues seguramente es pato.