Falta de turismo pesa en el Valle de Guadalupe

 
Carlos Velázquez
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La producción de vino en el Valle de Guadalupe no ha sido afectada, la agricultura es una de esas actividades esenciales que nunca paró por la pandemia del Covid-19; pero la historia es diferente respecto a las actividades turísticas y comerciales.



Apenas el martes el gobierno de Estados Unidos anunció que la frontera con México seguirá cerrada hasta agosto para los viajes no esenciales y cada mes que se añade, significa que llegarán menos visitantes a los viñedos.

Hace 25 años, cuando se comenzaba a escribir la historia del vino de alta calidad en esta región, el turismo era una actividad menor, incluso vista con cierto recelo.

Alguna vez me tocó ir como periodista de viajes a Casa de Piedra, la bodega icónica de Hugo de Acosta, y fue todo un reto que nos recibiera pues su foco era producir vino.

Todavía hay en la actualidad algunas bodegas como Henri Lurton que no tiene sala de degustación y que centran el negocio exclusivamente en el vino; pero muchas otras se han abierto a las bondades del turismo.

Así es que, por una parte, han hecho inversiones importantes en salas para catas y tiendas y, por la otra, han sacado ventaja organizando eventos como las fiestas de la vendimia, bodas y el servicio de alimentos.

Hoy el Covid-19 le ha impuesto varios retos al Valle de Guadalupe, comenzando con la comercialización misma del vino que ha estado prohibida en varias entidades de la república.

Esta situación paulatinamente ha ido cambiando, pero en el ínterin fue cancelada la Fiesta de la Flor en honor del nacimiento de la uva.

Tampoco se realizó el Festival de las Conchas y el Vino y ahora viene el momento más complicado, pues las Fiestas de la Vendimia en agosto y septiembre se habían convertido en un pico para la actividad turística y enológica de la región.

Provino como tal, la asociación que agrupa a los productores de la región, no hará la Fiesta de la Vendimia; pero algunas bodegas como El Cielo, de Gustavo Ortega, ya están planeando versiones innovadoras.

Este empresario proveniente de Cozumel, no se vence fácilmente y ha  realizado catas virtuales, incluso enviando a las casas sus botellas para tener una real experiencia de vino a la distancia.

Pero así como cada vez hay menos bodegas que, como Lurton, siguen dejando al turismo fuera de sus bodegas; hay otras que incluso se han enfocado a los negocios en torno al vino.

Es el caso de Baloyán, de la familia del mismo apellido, que declara producir el primer vino de Tijuana, a donde llevan la uva de su propiedad en el Valle de Guadalpue para vinificarla en esa ciudad de negocios.

Donde además tienen un gran salón para fiestas, que también ha sido afectado por la pandemia.

El emprendedurismo y la calidad alcanzada en el Valle de Guadalupe resistirán esta prueba; aunque difícilmente alguien seguirá diciendo después del 2020, que el turismo es una actividad secundaria para esta extraordinaria región.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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