Algunas personas, haciendo gala de su humor negro, han dicho que la vacuna del Covid-19 vino a quitarle a la naturaleza esa magnífica oportunidad de acabar con algunos cientos de millones de personas, lo que le hubiera venido muy bien a un planeta sobre poblado y sobre explotado por los humanos.
Desde esa perspectiva parecía una “lástima” que mientras la “gripa española” se llevó entre 50 y 100 millones de seres humanos, las estadísticas distaban de ser precisas a principios del siglo pasado, hasta ayer la Universidad John Hopkins “sólo” reportara 4.19 millones.
Pero la historia está muy lejos de acabar y el virus del Covid-19 es un ente fascinante, que muta y se vuelve más contagioso y sigue obedeciendo ese código genético que lo lleva a destruir las células humanas.
Ante esta realidad, las reacciones en el turismo son por lo menos incoherentes e inusitadas; en definitiva nadie tiene la razón y las autoridades van reaccionando y tomando decisiones de corto plazo, cuando el virus parece tener la habilidad infinita de seguirnos sorprendiendo.
Nada más esta semana en Estados Unidos ya regresó el cubre bocas como obligatorio en los lugares cerrados, cuando la semana pasada las personas se paseaban con sus orificios faciales expuestos entre los anaqueles de los supermercados.
Y si Emmanuel Macron, el presidente francés lanzó una diatriba contra los testarudos, ignorantes e inconscientes que insisten en no vacunarse; ayer el presidente estadounidense Joe Biden pidió aventarles una “zanahoria” de 100 dólares para que se vacunen.
Ayer también Air Canada dio a conocer su calendario de vuelos internacionales, dado que el gobierno de ese país decidió reabrir sus fronteras internacionales a partir del 7 de septiembre, precisamente cuando la cresta de la tercera ola sigue en ascenso.
Las autoridades de Quintana Roo están discutiendo la posibilidad de exigir en los centros de consumo cerrados el uso de filtros de aire Hepa, un lujo que sólo se podrán dar las empresas más solventes.
O bien revisar que los visitantes hayan dado negativo a una prueba PCR o lleven su tarjeta de vacunación.
Mientras que en la Ciudad de México la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, directamente ha negociado con el sector turismo no para apoyarlo con un plan anticíclico, sino para aceptar junto con ellos el riesgo de que aumenten los contagios.
La otra opción sería sinónimo de un estallido social, como lo dejaron ver aquellos directivos y trabajadores de los restaurantes Fisher´s quienes estaban dispuestos a defender con palos y piedras su fuente de sustento, con toda la ira de quienes están a punto de ya no tener nada que perder.
Un panorama en el que ha sido lamentable la participación del titular de Turismo, Carlos Mackinlay, el yes woman por excelencia que no ha hecho nada efectivo para apoyar al sector al que se debe, salvo “capotearlos” con promesas que después no cumple.
Digamos que el mérito de Sheinbaum ha sido trabajar para que se cumplan las reglas sanitarias obligatorias para reducir el aumento de contagios, lo que para nada es suficiente.
Divisadero
Derrumbe. Cicotur de la Anáhuac dio a conocer, con cifras del INEGI, que el gasto de los hogares en paquetes turísticos y de hospedaje cayó 74.1% entre 2018 y 2020 debido a la pandemia.