El próximo mes de noviembre será crucial para el futuro de Aeroméxico, cuyo director general es Andrés Conesa, y a partir de allí se podrá ir definiendo cómo será el “tablero” de la aviación en el país, de entrada muy diferente al que había antes del Covid-19.
Tras la autorización para que Apollo le diera un crédito de mil millones de dólares a la aerolínea, 800 de los cuáles son convertibles a capital, lo que está esperando el mercado es conocer el Plan de Negocios y a partir de allí el redimensionamiento de la compañía.
La parte que causa morbo es cuántas rutas cancelará, cuántos contratos de arrendamiento dejará de firmar y de qué tamaño será el ajuste de su personal; pero la pregunta de fondo es cómo impactará en el redimensionamiento de la conectividad aérea de México.
Conesa y su equipo han hecho un trabajo serio para sortear la tempestad comercial y financiera, por lo que no hay un escenario de quiebra sino de una firma más pequeña.
Enrique Beltranena, el mandamás de Volaris, ha anticipado una disminución de por lo menos 34% de la capacidad aérea del país y ha dicho que su modelo de ultra bajo costo y su caja, le permitirán seguir ganando mercado sobre todo en el escenario de que el gobierno federal no apoyará al sector.
Viva Aerobús, de Juan Carlos Zuazua, está librando una “guerra de precios” contra Volaris, en un mercado muy afectado por la pandemia; así es que incluso entre estos dos jugadores pueden complicarse la vida.
Mientras que Interjet, de Miguel Alemán, sigue escribiendo la otra Crónica de una Muerte Anunciada, pues vimos cómo en unas cuantas semanas reventó el supuesto código compartido con opción a compra que tenía con Aeromar, entre otras razones porque ya le debía 18 millones de pesos a esta última.
Una cantidad que parece reducida en el negocio de la aviación, pero que muestra la falta de confianza en una empresa que nada más está operando con cinco o seis aviones rusos y que padece un conflicto laboral por la falta de pagos a sus trabajadores.
Falta poco tiempo para comenzar a escribir la “novela negra” de la crisis que enfrenta el negocio de la aviación en México; pero entonces también se verá el tamaño del impacto para el turismo, donde muchos destinos perderán conectividad aérea que es clave para delinear las estrategias de recuperación.
Divisadero
Pruebas masivas. Sobre el programa para identificar a los trabajadores del sector hotelero en Los Cabos al que se hacía referencia ayer, hay otros elementos interesantes.
Primero que las empresas sólo están pagando 600 pesos por prueba, cuando en el mercado cuestan al menos cinco veces más, y una cantidad igual la solventa el gobierno estatal.
Además son deducibles de impuestos lo que abona a los costos y a la transparencia; así es que ya van unas dos mil pruebas, pero hay unos 30 mil trabajadores que tienen contacto directo con los turistas y la meta es hacérsela a todos ellos.