Faltan dos años para que termine el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y sólo en Morena están definidos los precandidatos que pretenden suceder al presidente.
Lo que para algunos es falta de liderazgo de quienes no están alineados con Morena, para otros es una estrategia de los aspirantes de oposición que no quieren enfrentar antes de tiempo a un mandatario sumamente poderoso.
Al mismo tiempo algunos especialistas en diferentes materias comienzan a preguntarse cómo formular planes sectoriales que sean incorporados a las campañas presidenciales, orientados a tomar medidas efectivas para apoyar al turismo.
Un sector que nunca había perdido tanto en tan poco tiempo; por lo que podemos adelantar que ya hay por lo menos dos equipos de especialistas que están comenzando a pensar en los cambios indispensables para que el turismo en México recupere su potencial para generar riqueza y empleos.
Uno de ellos es cercano al senador Ricardo Monreal, político que ha sabido dialogar con los diferentes sectores, incluso el empresarial, desde una posición de izquierda moderada.
Otro es que el desea ver a Enrique de la Madrid al frente de una alianza opositora, principalmente en función de su acervo académico, su visión moderna de México y su capacidad para proponer soluciones novedosas a los grandes problemas del país.
No hay que ser un genio para identificar todo lo que ha perdido el turismo en estos cuatro años:
En ese lapso fue liquidado el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), con el argumento de que actuaba en la opacidad y era un instrumento para la corrupción; cuando lo que se debió haber hecho fue corregir aquello que se criticaba, pero conservar lo que sí daba buenos resultados.
También se acabó por completo la inversión pública destinada al turismo, por mucho que se insista en que el Tren Maya es una obra turística pues todos sabemos que se trata principalmente de un proyecto para comunicar por vía terrestre a algunas de las zonas más marginadas del país.
Evidentemente el Tren no incrementará la demanda de los viajeros y, en el mejor de los casos, algunos de ellos optarán por subirse al Tren en lugar de ir a la playa, lo que tampoco garantiza mayor derrama.
Igualmente se acabaron los fondos para la creación de nuevos productos turísticos que alienten una mayor demanda y no “vaciladas” como los pequeños museos de Manzanero o de la hotelería, que son como rayas en el agua.
Una estrategia digital de clase mundial para el turismo es otro de los grandes pendientes, después de que la “concertación” del Visitmexico naufragó estrepitosamente.
Quitar trabas al crecimiento turístico, incluyendo reglas obsoletas como los fideicomisos para la inversión de extranjeros en las playas; además de alentar la generación de energía limpia y a menor costo, son otras oportunidades para el sector.
Sin duda es alentador que, en voz baja, algunos grupos comiencen a pensar en esos temas con la esperanza de que lleguen a ser parte destacada de la conversación sobre lo que se necesita del siguiente gobierno.
López Obrador, un hombre político, tuvo la visión de no cerrar las fronteras en la pandemia pues le preocupó más un estallido social que los contagios; una lección que es necesario estudiar, pero ya es tiempo de ir reflexionando seriamente en lo que necesita el turismo para retomar la marcha.