Un verano caliente para los hoteles

 
Alonso Gordoa
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Según la Canaero 2012 será un año récord en la transportación aérea en México, superando incluso los resultados altamente positivos que se obtuvieron en 2008, el año previo a la crisis de la influenza.



Un elemento clave para este comportamiento, ligado a la industria turística, es la capacidad que ha tenido el sector del hospedaje en México para generar buenos paquetes.

Según **Judith Guerra**, la directora general de Consolid, una de las firmas más productivas para las aerolíneas que operan en México, ha sido precisamente la proactividad de las cadenas hoteleras uno de los factores que animaron a los viajeros mexicanos a visitar más destinos nacionales durante el presente verano.

De hecho la mayoría de los principales destinos están mostrando en este periodo niveles de ocupación de entre 70 y 90 por ciento. Según las cifras de la Secretaría de Turismo, del 6 de julio al 11 de agosto, la ocupación hotelera promedio en Acapulco fue de 71.37%, esto es más de 14 puntos porcentuales arriba del mismo periodo de 2011.

Mientras Los Cabos ha reportado una ocupación de 70 por ciento, muy alto si consideramos que es la época de mayores temperaturas y cuando baja el arribo de los turistas de su principal mercado que es Estados Unidos.

Sectur dice que nada más en la semana del 16 al 22 de julio, el número de cuartos ocupados promedio en todos los centros de playa resultó 6.5 por ciento mayor que el reportado en la misma semana de 2011.

**Dessert Inn**

Si al ex presidente **Luis Echeverría** en lo económico se le recuerda por haber iniciado un proceso de endeudamiento público de México, que derivó en la megacrisis de los ochenta, también dejó su huella en el turismo.

Seguramente la construcción de la carretera transpeninsular de Baja California no tuvo una rentabilidad económica inmediata, pero fue un trabajo mínimo indispensable para que México ejerciera su soberanía sobre esa parte de su territorio.

Sin entrar al tema de la contribución de dicha obra de infraestructura a la deuda, resulta que Echeverría consideró también que había que poner una serie de hoteles donde se hospedaran los viajeros y así nació una peculiar cadena, La Pinta, propiedad de Fonatur.

Años después se le cambió el nombre por Dessert Inn, se vendieron algunas propiedades pero el Fondo, cuyo director general es Enrique Carrillo, sigue teniendo allá tres inmuebles.

Se trata de los hoteles de Ensenada, Loreto y San Ignacio, pues el de Guerrero Negro se vendió a comienzos de este año.

Ahora ya es casi un hecho que saldrá el de Ensenada y para el de Loreto habrá que hacer cambios en la propiedad inmobiliaria, ya que está asentado en un terreno enorme que también lo vuelve muy caro.

Seguramente a Carrillo no le alcanzará el tiempo para todo esto, pero ya se está cerrando el capítulo de cuando al gobierno federal se le ocurrió ser hotelero en la Península de Baja California.



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