Más allá de la situación personal por la que atraviesa Efraín Angulo, hasta la semana pasada Secretario de Turismo de Colima, el costo que ha tenido su historia en términos de imagen para el negocio de los viajes muestra lo poco preparadas que están las entidades mexicanas para hacer un manejo de crisis efectivo.
En los tres años que han transcurrido del gobierno de José Ignacio Peralta, Angulo ya era el segundo titular al frente de la actividad turística pues César Castañeda dejó ese cargo pues consideró que tenía pocas herramientas para trabajar.
Angulo, como Castañeda, tenía una trayectoria en la burocracia turística y recientemente se llevó a Colima una feria de turismo de naturaleza, cuando esa entidad ni es una potencia en la especialidad ni tampoco cuenta con una basta oferta diferenciadora.
Pero la semana pasada este mismo personaje saltó a la fama, de la forma más dramática posible.
Por un lado está su versión de que fue víctima, junto con un grupo de amigos, de un asalto en su casa en donde los delincuentes los golpearon, los fotografiaron desnudos y subieron las imágenes a la redes.
Por el otro que se trató de una orgía entre hombres que derivó en un gran pleito, con consecuencias fatales; lo único irrebatible es que un menor de edad murió asfixiado, en un evento en el que hubo alcohol y drogas.
Fue la presunción de un escenario de pederastia lo que orilló a Angulo a renunciar, argumentando que necesitaba deslindarse del gobierno para llevar a cabo diversas acciones legales para defenderse y que fueran castigados los culpables.
Pero lo que nadie refiere en esta historia, con tintes de novela policiaca, es el costo que todo esto ya tiene para el turismo de Colima.
Un evento violento que involucró a un colaborador del gabinete de Peralta, parece confirmar esa percepción de que Colima es un estado peligroso donde rige el crimen organizado.
Es innegable que en Manzanillo, uno de los principales puertos comerciales de México, junto con lo bueno que trae el intercambio de mercancías, también ha generado situaciones indeseables pero que no han afectado a los turistas, sin olvidar que en el estado ha habido una importante reducción de los hechos violentos en el último año.
En Colima ni Angulo ni cualquier otro funcionario del turismo se había preocupado por contar con un manual de manejo de crisis, ni por formar un comité que contuviera y contextualizara los problemas de imagen que tanto pueden afectar las decisiones de viaje.
En realidad habría sido una paradoja, poner en marcha una estrategia mediática seria y coordinada para mostrar a un estado seguro para el turismo; cuando el ex titular del ramo declaró haber sufrido un ataque del crimen organizado.
Hoy Angulo está ocupado en su defensa y tratando de salir de una terrible situación que no se le desea a nadie; pero es muy importante apoyar el presente y el futuro turístico de Colima, pues de ese dependen el empleo, las inversiones y el bienestar de muchas personas.