Un reconocimiento para el INAH

 
Carlos Velázquez
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Bagan. Los especialistas de viajes dicen que éste es el momento para viajar a Myanmar, antes de que las costumbres occidentales se vuelvan determinantes como ha sucedido en otros países asiáticos.

Pero desde ahora el antiguo reino de Birmania es un ejemplo de lo que puede pasar con la herencia cultural de un país, cuando una dictadura ignora la importancia de la misma.



Bagan es un sitio arquelógico alucinante, una meseta donde fueron construidos más de cuatro mil templos budistas entre los siglos XI y XIII; con la creencia de que sólo así Monarcas y nobles alcanzarían el nirvana o paraíso después de la muerte.

En el siglo pasado la historia de Myanmar devino en la instauración de una dictadura, generando historias vivas de violación a los derechos humanos y una dura lucha por la democracia, encabezada por su Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.

Si en México ha sido dura la batalla para cambiar el “fundamentalismo” que durante años caracterizó al Instituto Nacional de Antropología e Historia, que hoy dirige Diego Prieto, para que el patrimonio cultural del país contribuya más al crecimiento del turismo; en Bagan se observa la otra cara de la moneda.

Aureum Palace, un hotel de cinco estrellas propiedad de los familiares de uno de los principales miembros de la junta militar, cobra la tarifa más alta de la zona, unos 350 dólares la noche en plan europeo; por un resort que sería calificado como un cuatro estrellas superior en la Riviera Maya.

El diferenciador es que está en el corazón mismo del sitio arqueológico y que desde el lobby y una piscina se tiene una vista magnífica de varios templos.

Además el resort cuenta con una torre de 10 pisos, cuyo mirador ofrece una panorámica de 360 grados del sitio.

Esta construcción de cemento y acero, le pone los pelos de punta a los arqueólogos pues rompe con el estilo arquitectónico, lo mismo que otros resorts y un campo de golf rodeado de templos budistas.

La UNESCO ha tratado infructuosamente de nombrar a este sitio Patrimonio de la Humanidad, pues obligaría a las autoridades a no seguir interviniendo el espacio; algo que pasa todos los días pues dos terremotos derruyeron casi 2000 templos y hoy están siendo reparados según sus propios parámetros.

Para las inversiones futuras, todo esto impedirá que una cadena hotelera global opere o compre un resort que es enjuiciado severamente por los expertos de la UNESCO.

Sobre la importancia de preservar un sitio único, el problema es que ya fue intervenido y que se puede hacer lo que sea si nos atenemos al principio de la igualdad de la ley.

Perspectiva que funciona bien en el corto plazo, pero que no sirve cuando se trata de cuidar el patrimonio de un país.

Así es que si bien el INAH debe ser más flexible para autorizar actividades turísticas que no afecten los inmuebles de importancia cultural; el otro extremo implica un atentado contra la riqueza de una nación.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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