Un problema financiero que se ha vuelto político

 
Alonso Gordoa
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Desde hace años los directivos de Fumisa, empresa que tiene la concesión de los espacios comerciales en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), sabían que tarde o temprano surgirían diferencias con los directivos de esta terminal por ese contrato.



En las matemáticas financieras nada es peor para alcanzar los resultados esperados, que sufrir un quebranto al inicio de una corrida pactada a muchos años.

Este fue el caso de la concesión que obtuvo hace dos décadas **Alfredo Hakim** (qepd) y que después tomó el fondo de inversión Advent, de **Juan Carlos Torres**, del que es filial Fumisa.

Esto se relaciona con la crisis económica de 1994, cuando el llamado “error de diciembre” le costó a México la devaluación del peso y una caída de seis puntos en el Producto Interno Bruto (PIB) en 1995.

Ello provocó que el término para alcanzar la Tasa Interna de Retorno (TIR) prevista de 12.82% se fuera, como dijera Buzz Lightyear, “al infinito y más allá”.

Bueno, no tanto, aunque la cifra avalada por un juez es que hoy no llega a seis por ciento y más o menos habría que esperar unos diez años más para conseguirla.

Un dato adicional es que si bien no ha habido otra crisis económica, Fumisa sufrió un descalabro más por la quiebra de Mexicana que explicó el interés de Advent por volverse socio de la aerolínea.

La diferencia con la TIR prevista no sólo le puso “los pelos de punta” al actual director de la AICM, **Alfonso Sarabia**, sino que tampoco le ha gustado a ninguno de los siete directores que han ocupado dicha posición en las dos décadas de la concesión.

El año pasado Fumisa, cuyo director es **Ruffo Pérez Pliego**, pidió una cita con **Sarabia** para sondear el asunto partiendo de que ya había obtenido el interdicto del juez, reconociendo el rezago en la TIR.

Lo único que quedó claro es que no había interés del AICM para negociar y después se cerró la comunicación.

Hoy las amenazas del AICM a comerciantes y aerolíneas no tienen sentido; parece imposible, por ejemplo, que **Sarabia** cumpla con su idea de quitarles las credenciales de acceso a la llamada zona estéril o segura; pues sencillamente se paralizaría la operación aérea.

Ayer **Wolfgang Will**, director saliente de Lufthansa en México, dijo con todas sus letras que esa aerolínea no le pagará a ninguno de los dos hasta que se resuelva el tema.

Sacar a los arrendatarios sin una orden de desahucio también parece inviable y Advent, un fondo que vale 14 mil millones de dólares y que representa a millones de jubilados estadunidenses, sigue teniendo como “as bajo la manga” salir a los medios internacionales a decir que en México no se respeta la ley.



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