Este lunes cuando inaugure Santa Lucía el presidente López Obrador terminará de ejecutar una de sus decisiones menos acertadas económicamente hablando; aunque fue la señal inequívoca de que su gobierno no se alinearía a las decisiones del gran capital.
Si Carlos Salinas, su odiado adversario político, tras ordenar la detención de La Quina, el entonces todo poderoso líder petrolero, envió la señala de que limitaría a las grandes organizaciones sindicales; López Obrador dejó claro que no se sujetaría a los poderes económicos fácticos.
El costo no se debe medir por los casi seis mil millones de dólares en que la Auditoría Superior de la Federación estimó la cancelación del NAICM; sino porque la Ciudad de México perdió la oportunidad de convertirse en un hub latinoamericano que dejaría atrás al aeropuerto de Panamá.
La interconexión multirregional y la eficiencia prevista retrasará varias décadas la competitividad aeronáutica de México y evitará que el país se consolide entre los 10 principales receptores internacionales de turistas.
Ahora la capital del país y sus alrededores tendrán un sistema aeroportuario que ya está generando una competencia indeseable entre Santa Lucía y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Competencia que está generando incentivos perversos, como la necesidades de las autoridades para limitar el tránsito en el AICM y alentar las operaciones en Santa Lucía o bien que la Tarifa sobre el Uso Aeroportuario (TUA) de este último sea más barata, aunque las instalaciones estén nuevas.
De poco le servirán esas “alas” a una terminal condenada al fracaso, mientras no haya una conectividad terrestre adecuada; pues no todos pueden, como lo hará López Obrador el domingo, quedarse a dormir en el hotel del aeropuerto para abordar sus vuelos.
Entrevistado por Silvia Hernández, ex secretaria de Turismo, López Obrador dijo como candidato presidencial en un foro de turismo que el NAICM no se terminaría con recursos públicos, pero que lo podrían concluir los particulares.
Al final el aeropuerto hizo que los actores económicos abrieran los ojos a una nueva realidad, donde logró acumular desde entonces un gran poder político.
Ahora con los subsidios al precio de la gasolina estamos viendo otra terrible decisión económica, en donde reciben gasolina barata lo mismo quienes manejan un Ferrari que una moto china adquirida en Elektra.
Allí no está doblegando a los económicamente poderosos, sino pagando un precio altísimo para no perder más popularidad; esta decisión, y no la de haber cancelado el NAICM, podría ser la que desbarranque las finanzas públicas, como ha sucedido tantas veces en las historias populistas.
Divisadero
Contrato. La empresa Operadora de Aviación General (OAG), cuyos socios son Estrella Baz y José Miguel Simón, tienen un contrato con la Administradora Mexiquense del Aeropuerto Internacional de Toluca (AMAIT) que les permite subarrendar los terrenos donde se encuentran los hangares de aviación privada.
Por no hacer nada o hacer muy poco, se estima que el beneficio que reciben anualmente es de 12 millones de dólares y que detrás hay un importante político mexiquense.
El acuerdo original era con Aeropuertos y Servicios Auxiliares que lo renovó dos veces y luego lo subrogó a AMAIT, que lo debe mantener hasta 2027. Una de las varias historias que se están descubriendo por la conformación del sistema de tres aeropuertos, con los que a partir del lunes contará la CDMX y su área metropolitana.