Mazatlán. Un velado tono de reclamo había en las palabras de Enrique Peña cuando el domingo pasado, en la inauguración del Tianguis Turístico 2018, dijo que había volado directamente desde Lima porque el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, había dicho que era muy importante iniciar los negocios el lunes.
Para él hubiera sido mejor llegar hasta ese día, como ocurrió hace un año.
Todo esto difícilmente lo habría entendido un gobernador que no hubiera salido de las filas mismas del turismo pues, como hotelero, a Ordaz ya le ha tocado varias veces vivir la frustración de un día perdido de negocios en el Tianguis a cambio de un evento político.
Precisamente lo que permitió que se rebasaran en Mazatlán las 44 mil citas de negocios del año pasado en Acapulco, fue que la agenda del lunes se cumplió sin contratiempos.
Pero adicionalmente Ordaz aprendió desde los 13 años el negocio turístico, cuando su padre Quirino Ordaz Luna construyó con cuatro amigos un hotel, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, en donde abrió uno de los primeros Carlos & Charly del mítico empresario Carlos Anderson.
Lo que inició como un buen negocio, tuvo momentos muy difíciles cuando el gobierno mexicano, a través de lo que hoy es Fonatur, dirigió todos sus recursos a impulsar Cancún y Los Cabos.
Los empresarios de Mazatlán tuvieron que echar mano de todo su ingenio para salir adelante sin el apoyo del gobierno federal, lo que implicó fundar el primer Fideicomiso de Promoción Turistica y cobrar el impuesto al hospedaje.
Pero además de Mazatlán salió una camada de prósperos empresarios turísticos como Ernesto Coppel, fundador de Grupo Pueblo Bonito; Daniel Chávez de Grupo Vidanta; Julio Berdegué (qepd) fundador de Grupo Hotelero El Cid y Fernando González Corona de Villa Group.
Un grupo de empresarios estadounidenses venían impulsando el modelo de los “tiempos compartidos” y los entonces jóvenes emprendedores, cuyos negocios hoy representan varias decenas de miles de cuartos de hotel, encontraron que eso era una máquina de hacer dinero.
El propio Ordaz profundizó en las técnicas de venta de los tiempos compartidos y dice que ello también le ha servido como servidor público, pues le ha permitido negociar desde comida para albergues cuando estuvo en el DIF hasta recursos para invertir en el turismo.
En sólo un año Mazatlán recibió 3,000 millones de pesos para infraestructura, con fondos estatales y federales, que no sólo sirvieron para remodelar el Centro Histórico y el faro, sino que permitió pavimentar calles y reponer tramos del drenaje.
Como hotelero y ex funcionario del Consejo de Promoción Turística de México sabe también que la conectividCómoda renovación de los atractivos y la promoción son la fórmula para que el turismo seguirá creciendo.
Los buenos resultados del Tianguis para Mazatlán son promisorios, pues son el preámbulo de hasta dónde puede beneficiar a un estado un gobernador que conoce a profundidad los procesos y el potencial del turismo.
Una actividad que, asegura, garantiza la rentabilidad más alta para las inversiones públicas.