Hace unos días se llevó a cabo el Tianguis Turístico y, a juzgar por las cifras oficiales, fue todo un éxito. Y no sólo eso, sino que fue “el mejor de la historia”, según afirmaron conjuntamente la secretaria de Turismo, **Claudia Ruiz Massieu**, y el gobernador de Quintana Roo, **Roberto Borge**.
Para hacer tal afirmación, ambos funcionarios explicaron que se habían roto todos los récords: en la cantidad de citas de negocios, de empresas compradoras, de continentes representados, países participantes, espacios comercializados, asistentes y periodistas.
Y, aunque no explicaron su metodología para cuantificar cada uno de estos rubros (algunos parecen obvios, pero otros no) ni informaron si contrataron alguna empresa para que recabara la información e hiciera una evaluación por medio de encuestas de satisfacción a los participantes de todo tipo (vendedores, compradores, periodistas), como anteriormente lo hicieran el ITAM y luego la Universidad Anáhuac, debemos tener confianza y creer que las autoridades tienen los pelos de la burra en la mano a la hora de dar a conocer esta numeralia. Aunque haya existido el opaco y negrito en el arroz de la transparencia de los dineros invertidos por parte del gobierno, cuando vemos que el director del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), **Rodolfo López Negrete**, a pregunta precisa de un corresponsal, lanza un largo choro, cual cortina de humo, para negarse a responder cuánto cobró el actor **Kevin Spacey** por dar una conferencia de una hora en el Tianguis. Si, como aseguró el director del CPTM: “la presencia de un líder de opinión hace el evento más atractivo para las audiencias que nos interesa captar”; es decir, se trató de acto de promoción y, por lo tanto, eso deberá tener un retorno de inversión mayor a la cantidad invertida, no veo por qué guardar en secreto el salario del actor, lo cual, de inmediato, genera suspicacias.
Además, evadir información que, por ley, debe ser pública, abre la puerta para especulaciones y para que se generen en las redes sociales versiones descabelladas. Ahora ya circulan datos que hablan de que la cantidad fue exorbitante, tanto, que resultan inverosímiles los números que se mencionan, pero los cuales la gente acaba por creer ante la falta de un dato oficial.
Peor aún, el afán de López Negrete por ocultar tal información resulta inútil y hasta un tanto inocente, ya que basta pedirla a través del IFAI para que el CPTM se vea obligado a proporcionarla. En cuestión de transparencia, por fortuna, ya no vivimos en los tiempos de **José López Portillo**, pero al parecer en el Consejo no se han enterado.
**Pa´ Llorar y Cuenca**
Si bien nos da gusto que esta edición 39 del Tianguis Turístico, cuya sede se otorgó al binomio estrella del turismo mexicano, Cancún-Riviera Maya, haya sido “el mejor de la historia”, también hay que señalar que evidenció, por lo menos, tres puntos importantes:
Primero, que no obstante que la región Cancún-Riviera Maya (que funcionan como siameses) es el destino turístico más importante del país, carece de un efectivo y suficiente Centro de Convenciones para albergar con eficiencia completa eventos de tal magnitud. Aunque cumplieron decorosamente con el objetivo, quedó claro que el Lakám Center era un bodegón que mejoraron y adaptaron para recibir al Tianguis. Esta deficiencia se hacía más patente cuando los asistentes lo comparaban con el recinto de Puebla, sede el año pasado, el cual sorprendió a propios y extraños por su capacidad y calidad.
Por tanto, permeó la idea de que la construcción de un recinto, ya sea en Cancún o en Riviera Maya, que esté a la altura de lo que ofrecen turísticamente estos destinos, es una asignatura pendiente para las autoridades o empresarios.
Segundo, que la elección de la agencia Llorente y Cuenca para que se hiciera cargo de las relaciones públicas del Tianguis, fue una equivocación por parte del CPTM. Mandaron gente muy joven e inexperta, muchas sin una actitud de servicio (sobre todo quienes iban al mando), que pecaron de ineficientes, soberbias y hasta groseras, y sin capacidad para manejar situaciones difíciles o que no estuvieran dentro del guión que ellas habían anticipado.
Todo esto propicio pérdida de tiempo, malestar con los organizadores, roces y hasta pleitos a voz alzada y con insultos entre periodistas y el personal de la agencia. Un desastre.
Y, por último, la incapacidad, una vez más, que mostró el gobierno de Guerrero para organizar eventos. Su magna comida fue el acto final del Tianguis y no supieron controlar el número de invitados, punto elemental cuando se organiza una fiesta.
Rápidamente el lugar de la comida de llenó de gente y alguien dio la orden de que ya no entrara nadie más. Así, resultaba para Ripley la imagen de una linda edecán cerrándole la puerta en las narices a **Darío Flota**, director del Fideicomiso de Promoción de Riviera Maya; a **Carlos Mackinlay**, ex secretario de Turismo de la Ciudad de México; y a todos los reporteros mexicanos.
Lo más preocupante es pensar que, ¿si no son capaces de organizar una comida, cómo resultará el Tianguis Turístico del próximo año, que se realizará en Acapulco?
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