El hoy embajador Quirino Ordaz, siendo gobernador de Sinaloa, me contó que el impuesto al hospedaje había nacido en Mazatlán producto de una crisis que padeció el turismo de ese estado y por la iniciativa de los empresarios más importantes de su principal destino turístico.
He escuchado otras versiones sobre el origen de ese impuesto y todas coinciden en que nació de la necesidad de encontrar fondos para recuperar los empleos que se habían perdido en el turismo.
Óscar Espinosa, como secretario de Turismo, impulsó después que el llamado Derecho de No Residente se destinara en parte al turismo, porque originalmente todo sería para Migración.
La “belleza” del ahora llamado Derecho de No Inmigrante (DNI), según los especialistas en administración pública, es que estaba “etiquetado” para migración y turismo, así es que no entraba a la bolsa de los ingresos fiscales en donde sólo cabe la mano repartidora de la Secretaría de Hacienda.
Ahora mediante una reforma a la Ley Federal de Derechos, el presidente López Obrador está sumando a su herencia la decisión de que 100% de los recursos del DNR se vayan a la Secretaría de la Defensa Nacional para financiar los nuevos aeropuertos y el Tren Maya.
La lógica es entendible pues desde 2019 a la fecha, el turismo mexicano se recuperó más rápidamente que otros de sus competidores de la pandemia y ha crecido desde 2021 hasta los primeros meses de este año.
No contar con el paraguas de la Marca País es algo que no se percibe de inmediato y por ello sólo una situación crítica que afecte al turismo podría hacer que en el futuro se reconsiderara esa decisión.
La Asociación de Viajes de Estados Unidos (USTA, en inglés) presionó durante años para que el Congreso de ese país autorizara la creación de Brand USA, el buró de promoción turística.
Lo hizo desde 2002 tras el ataque a las Torres Gemelas y tuvo que llegar la crisis económica global de 2008 y el triunfo de Barak Obama, para que después de 2010 naciera ese organismo.
Las cifras demostraron cómo Estados Unidos estaba perdiendo empleos turísticos y participación de mercado debido a que estaba compitiendo en desventaja sin el apoyo de su Marca País, para que el mandatario y los legisladores apoyaran la medida.
Recientemente Peter Gámez, director de la Oficina de Turismo de Oakland, relataba cómo la pérdida del mercado de los viajeros chinos en el área de San Francisco había tirado las ocupaciones hoteleras por lo que ahora ambas ciudades aumentaron de manera importante los recursos públicos para la promoción turística, para revertir en el mediano plazo la pérdida de empleos.
Las animadas huestes de Morena podrán argumentar que los recursos ahora etiquetados para el ejército, irán de todas maneras a apoyar proyectos turísticos.
En el mejor de los casos serán obras de infraestructura que no tienen un efecto multiplicador en la llegada de viajeros como la promoción; además, los militares estarán recibiendo un delicioso “caramelo” pues la aplicación de esos recursos conlleva un importante grado de discrecionalidad pues los proyectos específicos no los determinará la Secretaría de Hacienda.
Sólo cuando ocurra un problema grave para el turismo esta discusión se podrá reabrir, porque no se ve por qué le interesaría al nuevo gobierno apoyar un trabajo técnico que, si fuera hecho con profesionalismo y transparencia, pudiera generarle al país grandes dividendos.