Sería mejor cerrar una Sectur débil

 
Carlos Velázquez
hrs.

Mañana Claudia Sheinbaum, la virtual presidenta electa, anunciará quién ocupará la titularidad de la Secretaría de Turismo, pues aparentemente privó la lógica de cumplir con sus aliados y abrir un lugar más en el gabinete.



Ésta podría ser una noticia positiva para el sector turismo, pero también completamente irrelevante si la dependencia se mantiene con el nivel de insignificancia a donde la llevó el presidente López Obrador.

Ya sin en el Consejo de Promoción Turística (CPTM); sin el brazo de planeación y desarrollo que fue el Fondo Nacional de Fomento al Turismo; con la plataforma del turismo mexicano convertido en una página web de escuelita y sin recursos para impulsar la infraestructura turística y a los Pueblos Mágicos, la Sectur es una dependencia sin sentido.

El más reciente golpe que sufrió la Sectur es que su todavía titular, Miguel Torruco, ni siquiera habrá dejado organizada la participación de la dependencia como facilitadora de la presencia de México en las ferias internacionales de turismo.

Una situación que ha llevado incluso a plantear dudas sobre cómo honrará la Asociación de Secretarios de Turismo de México sus compromisos como país invitado a la Feria Internacional de Turismo de España (Fitur).

Hace casi seis años, relaté en esta columna la historia de una amigo cercano a Torruco quien le insistió que defendiera al CPTM pues de lo contrario habría sido mejor que renunciara.

Lo que nadie se imaginó es que el funcionario iba a tener la cara dura, para dedicarse seis años a pasear, a colgarse medallas de gestas libradas por otros y a tirarle tierra a sus adversarios, es decir a todo aquel que osara tocarlo aunque fuera con el “pétalo de una rosa”.

En los mejores tiempos de Sectur, los analistas decían que ante la falta de grandes presupuestos, su éxito derivaba de su capacidad de gestión transversal con otras dependencias.

El éxito de un titular de turismo dependía también de su visión y capacidad de gestión con el presidente y de su influencia con el sector privado.

Si el nuevo titular de turismo logra asumir ese papel, con cambios de fondo, la Sectur podría ser relevante otra vez.

No hay que inventar el hilo negro para saber que hay modelos exitosos de alianzas entre particulares y el gobierno para hacer promoción turística o que hace falta un experto en tecnología para que muchos más se beneficien de la innovación.

Que sin duda faltan recursos públicos para impulsar obras de infraestructura turística y que nadie gana con una mala relación entre el gobierno y los principales actores del sector privado.

No se trata de repetir los errores, como fue haber convertido parte del CPTM en un apéndice de la oficina de comunicación social de la presidencia para negociar con los consorcios de comunicación.

Pero si él o la titular de Turismo realmente tiene capacidad de interlocución con Sheinbaum, si cuenta con las herramientas indispensables para que los mexicanos se beneficien más de un sector que se desempeña bien incluso en la adversidad, entonces la decisión de mantener la dependencia abierta habrá sido correcta.

Pero si la presidenta la usa para no distanciarse de alguno de sus aliados, entonces, parafraseando a aquel amigo de Torruco, sería mejor prescindir de Sectur pues seguirá siendo como esos negocios que no cierran por nostalgia, aunque en lugar de ganancias sólo provocan pérdidas.

 



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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