Cuando mi esposo vio que la habitación en la que dormiríamos en el Hotelito Desconocido no contaba con ventanas herméticamente cerradas, es decir a prueba de bichos, me dijo: “Aquí no me quedo”.
Sólo después de haber recorrido todas las instalaciones y bajo la promesa de José María Sánchez, el director de tan singular lugar, de que se fumiga diariamente aceptó hacer la prueba y pernoctar, al menos una noche, en uno de los palafitos recientemente remodelados.
Luego de que Giuliano Gasparotto, dueño original del Hotelito, lo vendiera a un inversionista regiomontano, las instalaciones permanecieron cerradas por tres años para someterse a un profundo cambio.
El proyecto de renovación y expansión fue del orden de 10 millones de dólares con los que se construyeron desde cero, 26 palafitos individuales, dos más de los que tenía el hotel original, además de una suite presidencial en su propia isla y un Thalasso Spa que tampoco existían, aunados a los dos restaurantes y las dos albercas.
Situado en medio de una reserva natural en Costalegre, Jalisco, la propiedad es pionera en la categoría de hoteles cien por ciento ecológicos de lujo y aunque no cuenta con luz eléctrica, tanto la luna como cientos de velas lo iluminan cada noche.
La falta de luz por supuesto incluye la ausencia de televisores o cualquier tipo de aparato reproductor de imágenes; sin embargo, para los freak de la tecnología, en la recepción hay internet y una pequeña sala con un televisor y algunos videos que pueden saciar su ansiedad.
Cada palafito fue nombrado con una de las cartas de la lotería mexicana, de tal manera que la decoración de cada búngalo evoca los símbolos del tradicional juego mexicano representados con artesanías nacionales y muebles tallados a mano.
Cabe aclarar que el término ecológico no va precisamente ligado con lo austero, ya que cuenta con instalaciones de primer nivel, como las del Solecito Spa enfocado en tratamientos de talasoterapia con 11 albercas con agua de mar.
Más allá de las seis cabinas y de las áreas húmedas, en lo que merece la pena hacer énfasis es en las expertas manos de los terapeutas comandados por Rosángela Mesías Du Santos, una brasileña que transforma un simple masaje en un viaje multi-sensorial de aromas sutiles, texturas naturales y música adecuada que le dan a las terapias un toque sanador.
Otro factor importante es la calidad del servicio del personal, que se esmera en practicar la fórmula de la presencia no invasiva que caracteriza a los mexicanos en la industria del hospedaje.
Definitivamente el Hotelito Desconocido está dirigido a los que quieren jugar al Robinson Crusoe contemporáneo, es decir a un público que busca tener una experiencia cercana a la naturaleza, pero que no está dispuesto a sacrificar su confort.
Al final mi esposo se convenció de que dormir en una cama con dosel, tomar un baño con ducha Vichy al aire libre y que las paredes de carrizo que forman los palafitos son lo suficientemente seguros como para dejar el concreto de la ciudad atrás.
Sin embargo caminar descalza por los senderos de arena, cruzar el estero del Ermitaño a bordo de una canoa para ir a una cena romántica en la playa y presenciar un atardecer sobrecogedor, son experiencias, que como dice el famoso anuncio de una empresa financiera, “no tienen precio”.