**Alfredo Castillo**, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), es un funcionario público que desea crecer en el escalafón político y, por lo visto, uno de sus “clientes” para conseguirlo será el turismo.
Estudioso del Derecho y ex procurador de Justicia del Estado de México, desde la llegada a su actual posición tras la salida de **Humberto Benítez** luego de la historia que protagonizó su hija, Lady Profeco, Castillo ha revisado las atribuciones de su cargo y está tomando una posición inédita en esa dependencia.
Hace unas semanas, en el contexto del inicio de las vacaciones de verano, procedió contra varias aerolíneas, a las que sancionó debido a que cometieron abusos en contra de los viajeros.
Un tema que sin duda le dio puntos a su popularidad, ya que muchas de esas compañías pasan impunemente por encima de los derechos de los usuarios.
Retrasos inexplicables, sobreventa de asientos, malos tratos en los mostradores son el pan nuestro de cada día para quienes necesitan hacer uso de los vuelos comerciales.
Así es que esta dependencia obtuvo el apoyo de muchos, sobre todo a través de las redes sociales.
Su cuenta en Twitter @profeco ya tiene a la fecha un total de más de 410 mil seguidores, número extraordinario pues apenas a finales de marzo logró sumar los primeros 100 mil.
El binomio redes sociales más la mano firme que ha mostrado Castillo, le está dando una dimensión diferente a la Profeco y la semana pasada ejerció ese poder para sancionar a varios hoteles de la Ciudad de México.
Lo hizo sin decir ni “agua va” y según un comunicado de la Asociación Nacional de Cadenas de Hoteles (ANCH), que comanda Luis Barrios, presidente de City Express, fueron “inconsistentes y desproporcionadas”.
Calificativos que hacen referencia a que se castigó, por ejemplo, el que no estuvieran las tarifas de mostrador a la vista o que la información sobre diversos aspectos fuera insuficiente.
Estos asuntos deben ser resueltos por los abogados, pero de entrada hubo un daño adicional hacia las marcas que fueron objeto de las multas, pues se hizo una amplia difusión del tema en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Las asociaciones de hoteles hubieran valorado que la Profeco hubiera revisado estos temas con ellas, antes de proceder junto con un fuerte despliegue de comunicación.
Ahora hay una situación de malestar innecesario, pues los hoteles generan empleos y son contribuyentes importantes en todo el país.
La duda que surge por esta forma de actuar es hasta qué punto Castillo lo está haciendo como un paladín de los consumidores y hasta dónde para crecer en términos personales.
Por lo pronto es evidente que hay opciones para que Profeco trabaje efectivamente, sin generar tanto escándalo.