Promover Acapulco con la carretera en mal estado

 
Alonso Gordoa
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Desde que el presidente Enrique Peña distribuyó las tareas para apoyar a los damnificados por las inundaciones, en el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), cuyo titular es Rodolfo López Negrete, se comenzó a hablar de un programa especial de apoyo a los destinos afectados.



El problema es que todavía hoy resulta difícil promover al destino más golpeado, que es Acapulco, cuando su principal vía de acceso, la Autopista del Sol, está severamente dañada por los torrenciales aguaceros, además de los “pecados originales” cometidos en la obra de ingeniería.

Por estos días Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero, ha dado varias entrevistas diciendo que la infraestructura turística de Acapulco está en pie y que prácticamente toda la oferta hotelera se encuentra disponible.

Las empresas turísticas están haciendo un trabajo similar. Ayer, por ejemplo, la cadena canadiense Fairmont difundió un comunicado en el que señala lo siguiente:

“Los hoteles Fairmont Acapulco Princess y Pierre Marques iniciaron operaciones con normalidad garantizando la seguridad y comodidad de sus huéspedes, después de haberse sometido a una detallada evaluación de Protección Civil”.

Según esta información, los dos hoteles ya están trabajando y sólo siguen afectados tres hoyos de los campos de golf, en proceso de reparación.

El problema que tienen éste y todos los hoteles de Acapulco es que mientras no termine la “época de lluvias”, si es que con el cambio climático todavía tiene sentido dicho término, y no haya claridad sobre el estado de la carretera los viajeros difícilmente acudirán.

Una actitud proactiva por parte del gobierno estatal sería comunicar con claridad el estado en que se encuentra la carretera y el tiempo estimado que realmente tomará llegar desde los distintos mercados emisores, principalmente la Ciudad de México.

Así cada persona podría tomar una decisión informada y consciente sobre si vale la pena hacerlo o no.

Los empresarios tendrían que hacer ofertas muy atractivas, no en términos de bajar todavía más las tarifas para ya no volverlas a recuperar en años, sino ofreciendo noches gratis, comidas y actividades de valor agregado incluidas en el precio.

También sería importante lanzar un programa de empleo temporal tanto para mejorar el destino como para reforzar la calidad del servicio de los trabajadores vía la capacitación.

La promoción debe llegar con la tarea hecha. Quienes pueden pagar un boleto de avión desde ahora están en posición de disfrutar de Acapulco, pero quienes vayan por tierra al menos necesitan estar seguros de lo que van a encontrar en el camino.

Vender la idea de que Acapulco está bien sin referirse a la carretera puede revertirse tan rápidamente como los comentarios de boca en boca, y mediante las redes sociales se pongan en movimiento.



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