**Jonathan Tourtellot**, editor de geopolítica de National Geographic Traveler Magazine, **Dinda Elliot**, editora de temas globales de Condé Nast Traveler, y el autor de este espacio participaron en una mesa redonda sobre medios de comunicación de viajes, en el simposio sobre innovadores en turismo costero que se realizó en Los Cabos.
Organizado por el Centro para el Turismo Responsable (Crest, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Stanford, el evento abrió el análisis sobre diversos ángulos del turismo sustentable.
Tanto Tourtellot como Elliot destacaron el interés que hay en Estados Unidos por los viajes sobre experiencias vinculadas con la naturaleza y la gran fuerza que tienen las imágenes de sitios extraordinarios y protegidos, contra las de playas atestadas de viajeros en traje de baño.
La situación en México es diferente y generaron polémica los comentarios expresados por quien esto escribe, que fueron en tres sentidos:
El gran consumidor de viajes en México ha mostrado poco interés por el compromiso de las compañías turísticas que cuidan el medio ambiente y, más allá de la visión de algunos empresarios, muchas veces las acciones de esta índole básicamente son contadas a los consumidores de Estados Unidos, Canadá o de los países europeos.
Los medios de comunicación mexicanos tienen pendiente hacer un mayor esfuerzo para conocer a profundidad la problemática medioambiental ligada al turismo y darle más espacio a la misma, pues es la única opción para el turismo pensando en las generaciones futuras y con una visión de largo plazo.
Las empresas comprometidas con el medio ambiente también tienen que hacer un mayor esfuerzo para comunicar su visión, pues, salvo algunas excepciones, dejan de compartir en México historias muy ricas de interés humano y de conservación de la flora y la fauna.
Esto les genera, además, una posición de debilidad cuando quieren dar su punto de vista frente a temas complejos.
Un ejemplo fue la historia de Cabo Cortés, que después de haber obtenido dos Manifestaciones de Impacto Ambiental y todas las autorizaciones que marca la legislación mexicana, ahora tiene el proyecto y su inversión detenidos por el activismo de grupos ambientalistas.
En ningún momento la idea fue analizar si dicho desarrollo afectaría o no a los ecosistemas aledaños, incluyendo al arrecife de Cabo Pulmo, que está a 18 kilómetros.
Sólo sirvió para destacar la importancia de que haya una autoridad cuyas decisiones se respeten, pues de lo contario causa inseguridad jurídica a los inversionistas; mientras que las empresas deben hacer un mejor trabajo de comunicación para defender sus puntos de vista.
Algunos asistentes consideraron esto una provocación y criticaron de nuevo a Cabo Cortés, cuando el gran reto es encontrar las opciones para impulsar al turismo y cuidar a la naturaleza.