Estamos ya en plena Semana Santa, hablemos de la fe. El pasado jueves 30 de marzo, como colofón del Tianguis Turístico que este año se celebró en Acapulco, con más de una hora de retraso apareció solitaria ante los periodistas la directora del Consejo de Promoción Turística de México, Lourdes Berho, para dar a conocer los resultados oficiales del evento. Y digo solitaria, porque en otras ocasiones este informe lo ha dado el titular en turno de la Secretaría de Turismo, junto con el gobernador del estado sede, pero en esta ocasión no fue así.
De esta manera, Berho cumplió cabalmente con una ya larga, añeja y bonita tradición de anunciar en fast track que se acaba de vivir el Tianguis más exitoso de la historia, adjetivo respaldado por la numeraria de costumbre, que en este caso fue: diez mil participantes, 44 mil 312 citas de negocios, 88 países participantes, 973 empresas y mil 608 compradores. Por supuesto, todas estas cifras son superiores a las registradas el año pasado. “Rotundamente, rompimos los récords, las metas establecidas y nos congratulamos por ello”, afirmó la funcionaria, quien no resistió la tentación de recurrir al lugar común: “Como dijo el secretario De la Madrid, Mazatlán tiene la vara muy alta”, en referencia a que en 2018 el Tianguis se llevará a cabo en ese puerto de Sinaloa (aunque, en realidad, el lugar común ya había sido del titular de Sectur).
Unos días después, en un boletín oficial, Sectur reproduciría estas cifras, con un dato más: se realizaron 38 conferencias, que sumaron dos mil 285 asistentes. Y uno no puede evitar preguntarse ¿cómo es que saben que las 38 conferencias registraron tal cantidad de oyentes? ¿De verdad tuvieron personal contabilizando a cada uno que entró en los salones para escuchar las ponencias?
De igual manera, nunca explican cuál es el sistema que utilizan para llegar a cada uno de los números que ofrecen como resultados.
Deberían saber que, cuando se exponen estadísticas, para que resulten creíbles es fundamental dar a conocer, de entrada, la fuente de la que provienen o, por lo menos, el método con el cual recabaron la información. Pero esto no sucede.
Quizá para argumentar su razón de ser, estos datos siempre se han hecho públicos durante el Tianguis, o por lo menos desde el segundo, hace cuarenta años, cuando oficialmente se dijo que asistieron “aproximadamente 600 promotores de turismo de todo el mundo y 129 expositores”.
Hoy ya es costumbre que el presidente de la República asista al Tianguis antes de que inicie, pero el primero que estuvo presente fue José López Portillo y con él se instituyó el rito de que acudía a la clausura para que le informaran, de voz del secretario en turno, sobre lo exitoso que había sido el evento. De ahí que las cifras que se le presentaban siempre fueran mejores que las del año anterior. Y entonces, como hoy, nunca se explicó de dónde salían los números. Por esta razón es que tal información siempre se ha puesto en duda. Había —y hay— que quedar bien con el jefe y ningún político va a aceptar que los resultados fueron inferiores a otros años, cuando el objetivo es que cada vez sean los mejores.
El final del comunicado de Sectur sobre los resultados de este año ilustra muy bien el ancestral ritual del optimismo opaco: “Por todo ello podemos decir con mucho orgullo que vivimos un Tianguis Turístico sin precedentes”. Si en realidad tienen una medición real y los números son verdaderos, ¿qué les cuesta dar a conocer qué método utilizan?
Mientras no lo hagan, creer este acostumbrado informe de resultados seguirá siendo sólo un acto de fe.