Tras enterar más de mil 500 millones de pesos en impuesto al hospedaje, firmar acuerdos con 12 gobiernos estatales en México y haber generado más de cinco mil 500 millones de pesos en IVA e ISR, nadie debe dudar que Airbnb es una plataforma que no se irá.
Sus cifras globales son más impresionantes, pues, por ejemplo, de su nacimiento, en 2007, para acá, se han hospedado en una casa, habitación o condominio promovido por la plataforma unos mil 400 millones de personas.
Nada más el año pasado Airbnb generó una derrama de más de 94 mil millones de pesos en el país y, por cada peso que ganaron los llamados “anfitriones”, más las comisiones que obtuvo la plataforma, generó una derrama de 3.9 pesos, que incluyen transporte, alimentos, compras, pago de actividades y todo lo que involucran los viajes.
Ángel Terral, director general de la plataforma en México, ha vivido historias, como aquella con Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, que un día celebró una alianza con esta empresa y luego cambió de opinión cuando los hoteleros se le “echaron encima” con el argumento de la competencia desleal.
Es cierto que las cargas impositivas y los requisitos para operar son mucho mayores para los hoteles; también es verdad que 30% de los anfitriones de la plataforma cuentan con dos o más propiedades en renta y que también participan hoteleros profesionales o personas que administran decenas de éstas.
Pero del otro lado también impacta positivamente en los bolsillos de las personas, 62% en México la utiliza porque no les alcanza el dinero para pagar sus gastos y 50% hubieran tenido que dejar de rentar o de pagar la hipoteca de una propiedad si no contaran con esta herramienta.
Además del impacto social, hay una parte del mercado de los viajeros en el mundo que ya no quieren hospedarse en hoteles; un modelo que se desarrolló después de la Segunda Guerra Mundial y que, paulatinamente, se ha convertido en un commodity.
Evidentemente, muchos establecimientos siguen ofreciendo opciones de gran valor, pero también es una realidad que otros se han estancado en ofrecer un cuarto, una cama y que, además, tratan de cobrarle al huésped todo lo que pueden.
Con todo y esos mil 400 millones de personas que han usado la plataforma por lo menos una vez, más de 17% de las ocho mil millones que hay en el planeta, sigue siendo un modelo de hospedaje de nicho que no le funciona a todos. Incluso Terral dice que a veces usa Airbnb en sus viajes y otras va a un hotel, porque quiere un buen gimnasio.
Airbnb ya también se ha convertido en un tema de competitividad turística, pues hay viajeros que, por presupuesto o gusto, sólo van a países o destinos que operan con ella. Las guías que producen los anfitriones contribuyen a posicionar las “marcas país” y hasta son un respaldo frente a los problemas de inseguridad, pues los anfitriones orientan a sus huéspedes para evitar los sitios más riesgosos.
Airbnb está haciendo encuestas todo el tiempo e invierte en tecnología para escuchar cuáles son las necesidades de los viajeros y reaccionar ante ellas. Por lo pronto, este año Terral anticipa que Airbnb registrará nuevos récords en su historia de negocios y sólo el tiempo dirá cuántos récords más vendrán.