Los embates “verdes” y las elecciones en Quintana Roo

 
Redacción
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Hace tres años el Centro de Viajes Responsables y la Universidad de Stanford.



Organizaron un foro sobre turismo y sustentabilidad en Los Cabos y una expositora denunció en ese destino, famoso por sus campos de golf, la gran cantidad de agua que se usa para regarlos.

Como se buscaba escuchar a los expertos verdes, uno de los ejecutivos hoteleros asistentes le dijo que mayormente se regaban con agua reciclada y que se usaban pastos con tolerancia a la sal, por lo que también se usaba agua desalinizada que venía del mar.

Entonces, le preguntó sobre otras alternativas. Ella respondió que la opción era cerrar los campos, reforestarlos y convertirlos en parques para el disfrute de todos.

Muy bien, le dijo el hotelero, ¿y con qué dinero se va a hacer eso?

El problema de los intereses divergentes entre ecología y turismo es una constante y ciertamente hay una actitud global por reducir la afectación al medio ambiente y por compensar el daño causado.

La aviación es la actividad más contaminante de las que involucran al turismo, pero nadie serio podría proponer que ya no haya vuelos; aunque sí ganan terreno las propuestas de impuestos compensatorios del impacto a la huella de carbono.

Desde que **Juan José Guerra Abud** llegó a la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat), lo mismo que **Rafael Pacchiano**, titular actual, ha privado una visión compensatoria ante afectaciones indispensables para el desarrollo de proyectos.

Una perspectiva que ha aplicado con éxito, por ejemplo, el grupo Experiencias Xcaret, de **Miguel Quintana**, que hace un trabajo permanente de reforestación, cuidado de las especies y apoyo a las comunidades locales. El resultado es positivo para el medio ambiente, pero la base es que hay dinero para hacerlo.

También, es un hecho que diversas organizaciones no gubernamentales (ONG), han encontrado los caminos no sólo para frenar proyectos turísticos serios, sino también para lucrar con ellos gracias al apoyo que obtienen de la opinión pública.

Algo humanamente entendible, pues la mayoría de la gente no acepta el desarrollo que impacte, aunque sea de manera acotada y compensada, al medio ambiente para desarrollar proyectos que no los benefician en lo personal.

Así es que tras el enorme impacto mediático que ha tenido la oposición al proyecto de Tajamar, ahora la ONG Cielo, Tierra y Mar ya comenzó a movilizarse para tratar de impedir la construcción de una carretera de cinco kilómetros en Cozumel, que conecte con la Isla de la Pasión.

Esta última es una pequeña isla de origen coralino, muy visitada por turistas que llegan en cruceros y donde hay un proyecto privado, con opciones de hospedaje y donde se realizan bodas muy exclusivas.

Éste cuenta con una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), para construir hasta 68 suites; la carretera mencionada, ciertamente le daría más negocio.

Esta última también cuenta con una MIA, pero en un estado donde habrá en meses elecciones para gobernador, los ataques a los desarrollos turísticos futuros se están convirtiendo en un factor que ya está jugando en dicho proceso.



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