Entre las muchas cosas que hizo bien el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), no estuvo la de administrar campos de golf.
Los funcionarios que, desde el Banco de México, concibieron los Centros Integralmente Planeados, como Ernesto González Hurtado y Antonio Enriques Savignac, no establecieron los plazos y mecanismos para que el gobierno mexicano se saliera de esa tarea.
Hoy los campos de golf son exitosos, por alguna de estas cuatro razones:
Un ejemplo reciente es Quivira, en Cabo San Lucas, donde Ernesto Coppel contrató a Jack Nicklaus para diseñar un campo multipremiado, que sigue atrayendo a compradores de inmuebles.
Los de Fonatur ni fueron hechos por diseñadores importantes, salvo el de Litibú de Greg Norman; ni tampoco estuvieron ligados a proyectos residenciales planeados en torno al golf y además fueron administrados por burócratas que no necesitaban competir ni generar utilidades.
La muestra de lo que debió haber sido es el campo de nueve hoyos de San José del Cabo, pues con un público de estadounidenses como el que va a Los Cabos, abrió los ojos a los inversionistas privados que volvieron ese lugar el principal destino de golf de Latinoamérica y luego ese campito lo compró Vidanta.
En Loreto el Grupo Ostar, de Carlos Slim, adquirióel campo de Nopoló como inversión luego de que quebrara TDS Loreto Partners, pero no sobresale aunque tenga un hoyo espectacular.
El de Pok Ta Pok en Cancún lo adquirió un grupo japonés y luego entró Alejandro Vega, quien desea borrarlo del mapa para reemplazarlo por condominios.
El de Litibú fue concesionado a Emilio Orozco, hijo de la exdiputada panista Rosi Orozco; mientras que en el de Ixtapa Jorge y Andrea Melgarejo tienen una concesión reciente a 25 años.
Ricardo Salinas, quien tiene la concesión del de Huatulco hasta 2027, ya dijo que no piensa renunciar a ella y anticipa que, después, este espacio caerá en desgracia como pasó con Pok Ta Pok.
Este campo sí está bien cuidado y es el único en ese destino, por lo que cerrarlo sería renunciar a un nicho valioso, así es que sería mejor licitarlo para que el mercado decida si debe seguir o no.
Hacerlo Área Natural Protegida, sinónimo de maleza, podría tener consecuencias muy negativas, como pérdida de competitividad para el destino y menor afluencia de viajeros, en un lugar donde la llegada de turistas por vía aérea ya bajó casi 6% en 2023.