Ley de Vivienda castiga a empresarios y turistas en CDMX

 
Carlos Velázquez
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La reforma a la Ley de Vivienda, que se aprobó el año pasado y que limita al 50% del año la renta de corto plazo de habitaciones y propiedades, está impulsando diversas acciones para tratar de modificarla o revertirla.



Una fue el nacimiento de la Asociación Mexicana de Viviendas Turísticas (AMVT), que dirige Sean Cázares, que también se opone a que sólo se puedan rentar de manera individual hasta cinco recámaras de una casa.

Cázares es un exfuncionario público que trabajó para la Cancillería y las áreas internacionales de diversas dependencias y quien ahora defiende el modelo de las viviendas turísticas.

Hay alrededor de 27 mil viviendas y habitaciones que están a la renta en la CDMX vía las plataformas, sobre todo a través de Airbnb.

Alrededor del 85% de los anfitriones tienen una casa, un departamento o una habitación en esas arrendadoras digitales; 10% dos y el restante 5% está conformado por quienes poseen o administran tres o más.

Precisamente los fundadores de la AMV están en ese 5%, que suman seis mil de las 27 mil propiedades referidas, poco más del 22%.

Ellos no son dueños de la mayoría de esos inmuebles, sino que su negocio es operarlos y administrarlos y lo han hecho con éxito.

No se puede generalizar, algunos empresarios tienen tres y otros decenas de propiedades; su apuesta es promover su renta con tecnología; dándoles servicio, a veces amueblándolas y cuidando los aspectos de seguridad por lo que cobran alrededor de 40% de la tarifa descontados los impuestos.

Cázares asegura que si a partir de 2026 sólo pudieran rentar las propiedades con el tope del 50%, muchos de sus representados se retirarían del negocio.

La ocupación promedio de los hoteles en la Ciudad de México fue del 60% en 2024, pero estos pueden rentar 100% de sus cuartos; ponerles un “techo” iría contra las reglas del mercado.

Los hoteleros demandan “piso parejo” a las plataformas, pues se quejan de que ellos pagan más impuestos, tienen que cumplir con más obligaciones legales y soportan una carga laboral importante.

Pero esa visión no reconoce un nuevo modelo de hospedaje que demanda un segmento del mercado; además las cifras oficiales muestran que entre 2016 y 2024 la ocupación hotelera siempre ha sido entre 57 y 60.9%, con excepción de los años de la pandemia.

En ese lapso, la tarifa promedio pasó de mil a mil 500 pesos de 2021 a 2024 y la oferta hotelera de lujo sigue creciendo; mientras en Airbnb la ocupación es del 71% con una tarifa promedio de mil 180 pesos.

Los viajeros de 18 a 40 años privilegian las experiencias y frecuentemente no quieren hoteles; limitando la oferta de viviendas turísticas la CDMX perdería ese atractivo para ellos.

Las plataformas también tienen una importancia social, pues completan los ingresos de adultos mayores y madres solteras; además de que por cada peso que gasta un huésped en alojamiento derrama tres al destino.

Frenar las viviendas turísticas provocaría pérdida de empleos, menor afluencia de viajeros y esos cambios no garantizan que en el futuro la ocupación hotelera aumente, pero sí el surgimiento de mercados negros.

Es positivo que las viviendas turísticas sean reguladas, aunque si no se entiende su naturaleza y alcance sufrirán los administradores profesionales y también una ciudad que hoy es popular entre los viajeros.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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