Si los colaboradores del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) durante el sexenio de **Miguel de la Madrid** (qepd) supusieron que Loreto sería el segundo gran destino mexicano después de Cancún, hoy es probable que lo consiga antes el pequeño pueblo de Todos Santos.
Las lecciones de Loreto son muchas, comenzando por el hecho irrefutable de que tiene un clima extremoso cuatro o cinco meses del año, o muy frío o muy caliente, y que los grandes capitales no se sintieron atraídos hacia ese destino.
Hoy Grupo Carso y Villa Group están batallando con sus respectivos desarrollos en la zona, pues la belleza extraordinaria del destino ha sido insuficiente para las grandes corrientes de turistas.
La otra lección es que no basta un aeropuerto internacional para llevar viajeros —Loreto lo tiene—, sino que en realidad hace falta una terminal con una fuerte conectividad aérea.
Una más es que insistir en la promoción tampoco es buena idea, pues en diversos momentos tanto Fonatur como la Secretaría de Turismo han apoyado llevar viajeros y el destino sigue sin consolidarse.
Visto a la distancia, su destino económico parecería ser encontrar los nichos adecuados; por ejemplo, Villagroup ya decidió construir un segundo campo de golf en Loreto, pues sus clientes potenciales demandan esa actividad.
En cambio, hay que ver con más atención a Todos Santos y preguntarse por qué un grupo estadunidense especializado en desarrollo inmobiliario, como Black Creek, compró recientemente una enorme propiedad en las inmediaciones de esta localidad.
Todos Santos, ubicado a 80 kilómetros al norte de Cabo San Lucas y a 80 kilómetros al sur de La Paz, y habilitado con sendas carreteras de cuatro carriles, es un pueblito con ambiente típico mexicano que desde hace años fue elegido por artistas y retirados estadunidenses.
Tiene algunos restaurantes atractivos, recientemente abrió un hotel boutique, Guaycura, además de que allí está el Hotel California, que ha impulsado el mito de que está inspirada en este inmueble una famosa canción del grupo Eagles.
Cuenta con una de las misiones que construyeron los jesuitas en los siglos XVIII y XIX, uno de los primeros teatros de la península de Baja California y es famoso por sus playas cercanas y sus bellos atardeceres.
Pero además hoy está habilitado por dos aeropuertos, el de La Paz y el de San José del Cabo, y este último es uno de los que tiene mayor conectividad internacional.
Su clima es más estable y menos caluroso que el de Cabo San Lucas y además está en marcha la construcción de un libramiento desde el aeropuerto de San José.
No será extraño que esta población crezca en el futuro inmediato, mientras Loreto seguirá atrapado en su inefable belleza.