Si las asimetrías entre la conectividad aérea, la percepción de inseguridad y el enfoque gubernamental explican, en principio, la recuperación que han tenido los destinos turísticos del Caribe mexicano contra la más lenta de los que están del lado del Pacífico; ahora sigue siendo incierto lo que ocurrirá en el futuro.
El estudio de Jones Lang LaSalle, al que se hizo referencia ayer en este espacio, muestra que incluso en los tres destinos de playa con una alta presencia de resorts ha habido un comportamiento contrastante.
En términos generales, la Riviera Maya ha tenido una notable recuperación, aunque se mantiene un rezago de 10% en el ingreso por habitación disponible o Revpar (por sus siglas en inglés), contra su nivel más alto en 2008.
Los Cabos actuó de forma muy agresiva con sus precios, que partieron de una base muy alta, pues ese destino tradicionalmente se había posicionado como el más exclusivo del país y lo han pagado con una baja de 20% en el Revpar, contra su punto más alto en 2007.
Finalmente, Puerto Vallarta-Nuevo Vallarta ni siquiera ha recuperado la ocupación que tenía en 2007, una situación en la que pesa, además, una importante caída de 19% en el tráfico aéreo que se explica no sólo por su dependencia a la operación de Mexicana, sino por los elevados costos de operación de su aeropuerto.
Así es que en un caso inédito en la actividad turística mexicana, este año cuando Riviera Maya y Cancún seguramente lograrán darle la vuelta a la crisis que arrancó en 2007-2008, Los Cabos y Puerto Vallarta-Nuevo Vallarta estarán muy lejos de conseguirlo.
Esto sin entrar a la situación de otros destinos con una problemática todavía más compleja, como son Mazatlán, Acapulco e Ixtapa, que no son vistos a detalle por la correduría inmobiliaria referida.
Este panorama del turismo mexicano refiere que la crisis económica del mundo, combinada con el impacto negativo por la imagen de inseguridad en varios destinos del país, sí ha tenido un impacto estructural.
Los hoteleros de Los Cabos recordarán, por ejemplo, el momento en que dejaron de administrar el destino con las mejores tarifas promedio del país para tener que buscar a viajeros de menor poder adquisitivo, un proceso que ya vivió Cancún después del paso del huracán Gilberto.
En el caso de Puerto Vallarta-Nuevo Vallarta, el tema todavía es encontrar cómo tener al menos los mismos niveles de ocupación que reportaban antes de la crisis.
Todo esto plantea retos y oportunidades para los empresarios, que deben entender qué pasará con el mercado.
Ya vimos cómo en la primera vuelta de la crisis hubo cambios de propietarios y reconformación de los grupos hoteleros; ahora se trata de saber cuáles destinos y cuándo regresarán a ser exitosos.