Las aventuras aéreas del Ejército Mexicano

 
Carlos Velázquez
hrs.

Al iniciar la administración de Roberto Borge como gobernado de Quintana Roo, creció el interés de su administración por impulsar la apertura del aeropuerto de Tulum; un proyecto al que se opuso el Grupo Aeroportuario del Sur (Asur) de Fernando Chico Pardo.



El principal argumento era que el aeropuerto de Cancún no había madurado y perdería clientes, lo que impediría que se convirtiera en el principal hub del Caribe.

Finalmente, el proyecto de Tulum no avanzó, aunque paralelamente sustituyó a Playa del Carmen y su Quintana Avenida, como ese destino del Caribe Mexicano chic y favorito de los “hippies” adinerados.

Tulum, sobre todo en la pandemia, se volvió el destino mundial de las fiestas y tuvo un boom entre los viajeros que pueden pagar habitaciones de miles de dólares y se transportan en jets privados; este año la afluencia ha bajado y la pregunta que se hacen muchos es si logrará recuperar ese mercado en diciembre y enero.

El presidente López Obrador refrendó el domingo pasado que los aeropuertos del sureste serán administrados por el ejército mexicano incluyendo el de Tulum.

Hasta donde se sabe el aeropuerto tendrá 11 posiciones, cinco para vuelos nacionales y seis para internacionales, lo que supuestamente generará un importante tránsito aéreo hacia esa parte de Quintana Roo.

Su viabilidad no depende de si es o no administrado por el Ejército, sino en que deberá competir contra un aeropuerto de Cancún que en esos 10 años creció, maduró y se convirtió en el gigante que es ahora.

El aeropuerto de Cancún no sólo es el hub turístico más importante de México sino qué además cuenta con los modelos de operatividad y eficiencia más altos del país.

Hay que pensar en el futuro si de verdad habrá muchas aerolíneas que en lugar de llegar a un aeropuerto conocido y consolidado, optarán por volar directamente hasta Tulum y sí el público estará dispuesto a pagar por ello.

No sería raro que vayamos a ver otro caso como el del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, que seguramente algún día tendrá los alcances para los que fue planeado; pero que indudablemente ya trae un retraso respecto a su plan de negocios original, que simplemente provocará que el gobierno federal recupere dentro de mucho más tiempo del previsto una inversión pagada con los impuestos de los mexicanos.

Por si fuera poco, el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que permitirá el cabotaje en la aviación mexicana, su idea es hacerlo en rutas seleccionadas, pero si de verdad abriera esa puerta, las aerolíneas estadounidenses exigirán trato de iguales y literalmente podrían acaba con la aviación mexicana en unos cuantos años.

El problema de seguir encomendando al Ejército Mexicano tareas para las que no está preparado y pretender seguir lanzando proyectos aéreos que no tienen viabilidad de mercado, es que en el futuro no sólo se convertirán en una enorme carga para el gobierno federal, sino que será una manada de “elefantes blancos” pastoreados por una institución muy poderosa.

Si un empresario se equivoca el costo de su error será la quiebra y perder su inversión; pero en el caso del grupo castrense no habrá empresas perdidas, sino el empecinamiento de una organización que no estará dispuesta a reconocer que alcanzó su principio de Peter, sino que exigirá más alimentos para esos “paquidermos” aunque incluso pongan en peligro a la aviación mexicana como la conocemos.

Al iniciar la administración de Roberto Borge como gobernado de Quintana Roo, creció el interés de su administración por impulsar la apertura del aeropuerto de Tulum; un proyecto al que se opuso el Grupo Aeroportuario del Sur (Asur) de Fernando Chico Pardo.

El principal argumento era que el aeropuerto de Cancún no había madurado y perdería clientes, lo que impediría que se convirtiera en el principal hub del Caribe.

Finalmente, el proyecto de Tulum no avanzó, aunque paralelamente sustituyó a Playa del Carmen y su Quintana Avenida, como ese destino del Caribe Mexicano chic y favorito de los “hippies” adinerados.

Tulum, sobre todo en la pandemia, se volvió el destino mundial de las fiestas y tuvo un boom entre los viajeros que pueden pagar habitaciones de miles de dólares y se transportan en jets privados; este año la afluencia ha bajado y la pregunta que se hacen muchos es si logrará recuperar ese mercado en diciembre y enero.

El presidente López Obrador refrendó el domingo pasado que los aeropuertos del sureste serán administrados por el ejército mexicano incluyendo el de Tulum.

Hasta donde se sabe el aeropuerto tendrá 11 posiciones, cinco para vuelos nacionales y seis para internacionales, lo que supuestamente generará un importante tránsito aéreo hacia esa parte de Quintana Roo.

Su viabilidad no depende de si es o no administrado por el Ejército, sino en que deberá competir contra un aeropuerto de Cancún que en esos 10 años creció, maduró y se convirtió en el gigante que es ahora.

El aeropuerto de Cancún no sólo es el hub turístico más importante de México sino qué además cuenta con los modelos de operatividad y eficiencia más altos del país.

Hay que pensar en el futuro si de verdad habrá muchas aerolíneas que en lugar de llegar a un aeropuerto conocido y consolidado, optarán por volar directamente hasta Tulum y sí el público estará dispuesto a pagar por ello.

No sería raro que vayamos a ver otro caso como el del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, que seguramente algún día tendrá los alcances para los que fue planeado; pero que indudablemente ya trae un retraso respecto a su plan de negocios original, que simplemente provocará que el gobierno federal recupere dentro de mucho más tiempo del previsto una inversión pagada con los impuestos de los mexicanos.

Por si fuera poco, el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que permitirá el cabotaje en la aviación mexicana, su idea es hacerlo en rutas seleccionadas, pero si de verdad abriera esa puerta, las aerolíneas estadounidenses exigirán trato de iguales y literalmente podrían acaba con la aviación mexicana en unos cuantos años.

El problema de seguir encomendando al Ejército Mexicano tareas para las que no está preparado y pretender seguir lanzando proyectos aéreos que no tienen viabilidad de mercado, es que en el futuro no sólo se convertirán en una enorme carga para el gobierno federal, sino que será una manada de “elefantes blancos” pastoreados por una institución muy poderosa.

Si un empresario se equivoca el costo de su error será la quiebra y perder su inversión; pero en el caso del grupo castrense no habrá empresas perdidas, sino el empecinamiento de una organización que no estará dispuesta a reconocer que alcanzó su principio de Peter, sino que exigirá más alimentos para esos “paquidermos” aunque incluso pongan en peligro a la aviación mexicana como la conocemos.

Al iniciar la administración de Roberto Borge como gobernado de Quintana Roo, creció el interés de su administración por impulsar la apertura del aeropuerto de Tulum; un proyecto al que se opuso el Grupo Aeroportuario del Sur (Asur) de Fernando Chico Pardo.

El principal argumento era que el aeropuerto de Cancún no había madurado y perdería clientes, lo que impediría que se convirtiera en el principal hub del Caribe.

Finalmente, el proyecto de Tulum no avanzó, aunque paralelamente sustituyó a Playa del Carmen y su Quintana Avenida, como ese destino del Caribe Mexicano chic y favorito de los “hippies” adinerados.

Tulum, sobre todo en la pandemia, se volvió el destino mundial de las fiestas y tuvo un boom entre los viajeros que pueden pagar habitaciones de miles de dólares y se transportan en jets privados; este año la afluencia ha bajado y la pregunta que se hacen muchos es si logrará recuperar ese mercado en diciembre y enero.

El presidente López Obrador refrendó el domingo pasado que los aeropuertos del sureste serán administrados por el ejército mexicano incluyendo el de Tulum.

Hasta donde se sabe el aeropuerto tendrá 11 posiciones, cinco para vuelos nacionales y seis para internacionales, lo que supuestamente generará un importante tránsito aéreo hacia esa parte de Quintana Roo.

Su viabilidad no depende de si es o no administrado por el Ejército, sino en que deberá competir contra un aeropuerto de Cancún que en esos 10 años creció, maduró y se convirtió en el gigante que es ahora.

El aeropuerto de Cancún no sólo es el hub turístico más importante de México sino qué además cuenta con los modelos de operatividad y eficiencia más altos del país.

Hay que pensar en el futuro si de verdad habrá muchas aerolíneas que en lugar de llegar a un aeropuerto conocido y consolidado, optarán por volar directamente hasta Tulum y sí el público estará dispuesto a pagar por ello.

No sería raro que vayamos a ver otro caso como el del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, que seguramente algún día tendrá los alcances para los que fue planeado; pero que indudablemente ya trae un retraso respecto a su plan de negocios original, que simplemente provocará que el gobierno federal recupere dentro de mucho más tiempo del previsto una inversión pagada con los impuestos de los mexicanos.

Por si fuera poco, el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que permitirá el cabotaje en la aviación mexicana, su idea es hacerlo en rutas seleccionadas, pero si de verdad abriera esa puerta, las aerolíneas estadounidenses exigirán trato de iguales y literalmente podrían acaba con la aviación mexicana en unos cuantos años.

El problema de seguir encomendando al Ejército Mexicano tareas para las que no está preparado y pretender seguir lanzando proyectos aéreos que no tienen viabilidad de mercado, es que en el futuro no sólo se convertirán en una enorme carga para el gobierno federal, sino que será una manada de “elefantes blancos” pastoreados por una institución muy poderosa.

Si un empresario se equivoca el costo de su error será la quiebra y perder su inversión; pero en el caso del grupo castrense no habrá empresas perdidas, sino el empecinamiento de una organización que no estará dispuesta a reconocer que alcanzó su principio de Peter, sino que exigirá más alimentos para esos “paquidermos” aunque incluso pongan en peligro a la aviación mexicana como la conocemos.



hrs.

Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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