Durante décadas, al final del Tianguis Turístico la secretaria o secretario de Turismo en turno culminaba su discurso de clausura dando una cifra que establecía el monto de lo que se había vendido ese año. Por supuesto que la cantidad siempre era mayor a la del año anterior y por supuesto también que era una cifra inventada.
Tener la certeza de que el monto que declaraban los funcionarios era una cuenta alegre y falsa es factible por una razón muy simple: nadie realizaba algún estudio o seguimiento que le diera veracidad a una probable cantidad.
Esto cambió durante el sexenio de **Vicente Fox**, cuando su primera secretaria de Turismo, **Leticia Navarro**, decidió terminar con esa cifra demagógica y encargó al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) hacer un estudio de la calidad y resultados del Tianguis. Sólo entonces se tuvo por primera vez una idea cercana a la realidad de lo que en verdad representaba el famoso evento como un encuentro de negocios. Hoy no sabemos si esto se siga llevando a cabo.
El no efectuar un estudio de esta naturaleza fue una de las críticas que constantemente se le hizo la Bolsa Mexicana de Inversión Turística, que durante un tiempo organizó cada año el Fondo Nacional de Fomento al Turismo, aunque los directores de esta dependencia explicaban que en este caso era más complicado hacer un seguimiento, ya que por tratarse de proyectos de grandes inversiones los que ahí se acordaban, tardaban mucho tiempo en llevarse a cabo. El caso es que nunca supimos qué tan efectiva era la BMIT.
Descubrir qué se está haciendo bien y qué mal, qué cosas hay que corregir o eliminar, y cuáles mantener o incrementar; qué tan efectivo y benéfico resulta para expositores, que pagan por estar ahí, y para los compradores, quienes también invierten para asistir; así como qué tan interesante y útil es para el público en general que asiste, son algunas de las razones para realizar este tipo de evaluaciones.
Hoy, cualquier evento que no se preocupe por tener esta retroalimentación y autocrítica, lo más probables es que vaya camino al fracaso.
Por esto es que hay que felicitar a los organizadores de la Feria Internacional de Turismo de las Américas (FITA), quienes desde el inicio del evento, hace tres años, le pidieron a la Universidad Anáhuac que llevara a cabo estos muestreos.
Gracias a ello sabemos que en 2010 más de la mitad de los compradores (55%) fueron agentes de viajes minoristas, lo cual se repitió en 2011 (50%); en tanto que entre los expositores estuvo más dividido: en 2010 el grupo más grande fue el de hoteles (32%), seguido de Centros de Convenciones (21%) y Oficinas de Turismo u OCVs.
En su primera edición, el objetivo principal de 45% de los expositores era promocionar sus destinos turísticos y sólo 16% asistió para dar seguimiento a sus relaciones comerciales; mientras que en la segunda FITA la idea de promocionar destinos bajó a 41%, aunque siguió siendo la principal, y la de dar seguimiento a relaciones comerciales se incrementó a 22 por ciento.
Otros datos relevantes son: el año pasado el 57% de los expositores se dijo satisfecho con el perfil de los compradores profesionales; al 53% también les resultó satisfactoria la presencia del público; esta percepción llegó a 57% en cuanto a la diversidad de servicios y representatividad mundial de la industria de viajes en la Feria.
Por último un dato final: al terminar FITA 2010, el 71% de los expositores afirmó que volvería a participar en la siguiente Feria; en tanto que en FITA 2011 este porcentaje se elevó a 91%. Nada mal. Así que la expectativa para la FITA de este año es muy alta.