La televisión por demanda pone retos a la promoción tradicional

 
Alonso Gordoa
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El Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), que dirige **Rodolfo López Negrete**, está considerando como un proyecto piloto invertir una parte relativamente pequeña de su presupuesto de 2014 en generar contenidos de televisión sobre los destinos turísticos del país.



El fenómeno del crecimiento de la televisión por demanda, no se limita al éxito que ha tenido Netflix en diversas partes del mundo; en realidad, rápidamente se está convirtiendo en la opción favorita de muchos televidentes de los países ricos y están surgiendo nuevas opciones coincidentes con este modelo.

La tecnología para hacerlo existe desde hace más de una década, pero la diferencia hoy en día es el aumento del ancho de banda a través del cual ya es posible descargar programas y películas muy rápidamente, que están a disposición de los televidentes a la hora en que deseen ponerlos en marcha.

Netflix precisamente ya ha comenzado a invertir cantidades relevantes de dinero para generar contenido de calidad y se ha dado el lujo de llevar a cabo superproducciones exclusivas, que le han generado un número creciente de suscriptores.

El caso más reciente es la segunda temporada de House of Cards, una serie de ficción política protagonizada por **Kevin Space**; que el año pasado, en su primera temporada, provocó que 2% de los suscriptores de Netflix vieran al menos un capítulo de la serie en el primer fin de semana que estuvo en su sistema.

Este año, como contraparte, 16% de los suscriptores vieron al menos un capítulo en el primer fin de semana posterior a su lanzamiento y alrededor de 1% de plano se encerró a piedra y lodo y vio la totalidad de la serie como si fuera un maratón de megapixeles.

Además de que cada televidente decide a qué hora y durante cuanto tiempo ve dicho contenido, otra gran ventaja para la audiencia es que no tiene anuncios y adicionalmente es más barato que los sistemas de televisión de paga.

Precisamente allí está el reto para las oficinas de promoción turística del mundo, pues no se pueden quedar al margen de esta opción, pero tampoco siguen teniendo la posibilidad de comprar inserciones publicitarias.

Producir contenido es una consecuencia lógica, pero la pregunta es en qué medida uno de estos organismos, con el apoyo de sus proveedores, puede producir programas que atrapen la atención de los televidentes.

Otra alternativa sería aliarse con grandes empresas generadoras de contenidos e incluso con productores independientes y hasta con las universidades.

Todavía no hay una respuesta a las repercusiones que tendrá el fenómeno de la televisión por demanda, pero cualquier país interesado en hacer un trabajo de promoción turística efectivo tiene la obligación de plantearse cómo subirse a este barco en el momento adecuado.



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