Un analista enterado de los temas turísticos identificaría, por lo menos, tres razones por las que Claudia Sheinbaum, quien será en unos días Presidenta electa de México, no cerró la Secretaría de Turismo; pero hay otra alternativa y está basada en información.
La primera de ellas es un cambio, pues no tiene sentido una dependencia sin brazos ni piernas, es decir, sin el Consejo de Promoción Turística (CPTM) y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur).
La segunda, está convencida de que puede ser efectiva sin un dispendio burocrático, tras la apertura de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, pues, al menos el número de dependencias de primer orden aumentará con respecto al sexenio que termina.
La tercera, que realmente la señora Sheinbaum haya considerado que el turismo es una actividad preponderante, como se ha probado a través de su impacto en la balanza comercial, la creación de empleos y la generación de riqueza.
Pero, según la información obtenida, existe otra posibilidad y es que los gobernadores y gobernadoras de las entidades más ligadas al turismo la hayan convencido de su relevancia y que, además, ella carezca de interés alguno por fortalecer la Secretaría de Economía, a donde se planteó migrar una eventual subsecretaría de Turismo.
Ya con Marcelo Ebrard al frente de Economía y siendo el político que más duramente le disputó la candidatura presidencial, lo menos que Sheinbaum desearía sería armar una supersecretaría.
Así es que ahora la gran pregunta es si Josefina Rodríguez, la futura secretaria de Turismo, quien este martes inició el proceso de entrega-recepción con Miguel Torruco, tendrá la habilidad política y los argumentos para convencer a la próxima Presidenta de que le dé las herramientas necesarias para impactar positivamente en la actividad turística.
Lo que veremos de aquí a finales de septiembre será crucial para responder a esa pregunta y no sólo hay que observar si la nueva Presidenta está dispuesta a crear un nuevo órgano de promoción turística o si tendría la voluntad de revisar el tema de las visas y la política migratoria.
También hay otros asuntos inminentes que darán luz sobre sobre lo que se puede o no esperar de la Secretaría de Turismo bajo la conducción de Rodríguez.
Por ejemplo, será interesante saber cómo piensa actuar la señora Sheinbaum respecto al Mundial de Futbol de 2026, en el que México será uno de los tres países sede.
Cuando México resultó ser uno de los tres anfitriones, junto con Estados Unidos y Canadá, el entonces presidente Enrique Peña responsabilizó de este asunto, que no es menor, a la Secretaría de Turismo, y fue el entonces titular, Enrique de la Madrid, quien firmó los compromisos por parte del gobierno federal con la FIFA.
Rodríguez debería mantener la coordinación de esa tarea, pero se la disputarán dos viejos lobos de mar: Juan Ramón de la Fuente, titular de Relaciones Exteriores, y Ebrard, el de Economía.
En realidad, son 12 dependencias las que estarán involucradas en facilitar este evento global y el responsable de esa tarea necesita un fuerte respaldo político.
Así es que muy pronto, sin olvidar el asunto de la organización de las ferias internacionales de Turismo, sabremos si la secretaria Rodríguez tendrá esa fuerza como líder de un sector que pronto generará nuevamente el 9% del Producto Interno Bruto.