La reforma fiscal aprobada sigue golpeando al turismo

 
Alonso Gordoa
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Hasta donde va la reforma financiera, cuyo texto general fue aprobado la semana pasada en la Cámara de Diputados, al turismo no le irá nada bien.



Así es que no prosperaron los esfuerzos del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET) para disuadir a los legisladores sobre los efectos negativos que tendrá el nuevo marco fiscal en las inversiones turísticas.

Un primer tema es la homologación del Impuesto al Valor Agregado, lo que implica eliminar el impuesto al consumo diferenciado en las entidades fronterizas dentro de las cuales se incluyen destinos turísticos importantes como Cancún, Riviera Maya, Los Cabos, La Paz, Loreto y Ensenada.

Según la Escuela de Turismo de la Universidad Anáhuac, cuyo director es Francisco Madrid, el impacto de esta medida sobre el turismo será una reducción en el consumo por 592 millones de dólares el próximo año.

Dicha cifra se obtiene al aplicar un factor de (-)1.23 derivado de la elasticidad precio de la demanda, es decir, la caída en las ventas como consecuencia de un incremento neto en los precios de 4.5 por ciento.

Algunos destinos tienen más herramientas para defenderse y la riqueza que hoy se ha creado en Cancún, Los Cabos o la Riviera Maya a través del turismo, además de su posición competitiva privilegiada, seguramente les permitirá generar estrategias para seguir incrementando los flujos de viajeros.

Otros como Ensenada, Loreto o Cozumel, si ya de por sí atraviesan por una situación complicada en la economía turística, probablemente se vuelva todavía más compleja.

Por lo que se refiere a la deducibilidad en los restaurantes que se encuentran en un radio de 50 kilómetros de las empresas que pagan el consumo, sí hubo un cambio, pues no se mantuvo la idea de eliminarla por completo.

Sin embargo, de 12.5% que se aplica en la actualidad, la reforma aprobada por la Cámara de Diputados la baja a sólo ocho por ciento.

Mientras, en Estados Unidos y Canadá, los principales socios comerciales de México, es de 50 por ciento.

Además, queda la impresión de que ese 8% no fue una concesión magnánima a las empresas, sino una forma de controlar también a los restaurantes que dejarían de emitir muchas facturas, lo que llevaría en muchos casos a subdeclarar.

Por lo que se refiere a la tasa cero para extranjeros en congresos y convenciones, la decisión fue eliminarla, ya que la autoridad fiscal reconoce incapacidad para identificar eficientemente cuándo se trata de extranjeros y cuándo de nacionales.

En el tema de los tiempos compartidos tampoco hubo cambios y se mantiene la idea de aplicar los impuestos al cerrar las ventas, en vez de prorratearlos en todos los pagos.

En resumen, los empresarios del turismo fueron poco efectivos para cabildear a favor de su sector.



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