Vaya dilema el que aflige a los políticos de Morena, pues ellos impulsaron el discurso para no viajar con “lujos” y ahora hasta en un evento como la Feria Internacional de Turismo de España (Fitur) tendrían que revisar ciertas actividades que podrían estar afectadas por ese concepto.
La propuesta comercial de Crea Turismo, empresa que dirige Rodrigo Hurtado y que se encargará de organizar el pabellón de México en Madrid, incluye servicios especiales como la venta de boletos y palcos para partidos de la Liga y la Champions que van desde 250 hasta cinco mil euros.
También hay un paquete de 16 mil 50 euros con seis boletos de avión; tres habitaciones dobles y el traslado aeropuerto-hotel-aeropuerto.
Hoy las fotos de los políticos de Morena viajando por Europa y Asia no sólo han provocado burla y recriminación de analistas, lectores y audiencias; sino el llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum a apegarse a la “justa medianía” que pregonaba Benito Juárez.
Así es que nadie debería resultar sorprendido si el próximo enero surgieran críticas por pagar más de cinco mil quinientos pesos por un boleto para ver un partido de soccer o más de 10 mil por estar en un palco con tragos y bocadillos incluidos.
O si son muchos casi 60 mil pesos por persona en el paquete a Madrid de más de 350 mil pesos, lo que significa que algunos de esos viajeros llegarán en primera clase, aunque para efectos de rendición de cuentas esos lugares quedarán ocultos en una factura de servicios agregados.
En muchos otros países dichas acciones estarían perfectamente justificadas, como de hecho sucedía en México hasta que llegó al poder López Obrador, pues lo que deberían importar son los resultados.
En el gobierno de Enrique Peña, el Consejo de Promoción Turística invirtió más de seismillones de libras esterlinas en una campaña y diversas actividades en Gran Bretaña, pero ello derivó en que la llegada de viajeros de ese país creciera espectacularmente.
Un viaje aéreo en business class estáperfectamente justificado, para un funcionario que necesita bajarse del avión e ir a una cena de donde saldrán acuerdos turísticosrelevantes para México.
Recuerdo el caso de Miguel Torruco, quien como titular de Turismo viajó en clase turista la primera vez que fue a Fitur y después se la pasó cabeceando en los eventos.
Posteriormente se quedaba “oculto por los rincones y temeroso de que alguien lo viera”,antes de subirse a la parte delantera de los aviones tras el último llamado en los vuelos de larga distancia.
Igualmente, si los boletos para ir al fútbol fueran para cerrar un acuerdo con un importante socio comercial de México, estaríanplenamente justificados.
Claro que sería deseable un juicio de valorhonesto, previo a que un funcionario público tomara en conciencia la decisión de simodificaría en algo su desempeño o no por ir a un juego de los “Merengues”, por descansar plácidamente en el vuelo o por hospedarse en un hotel a donde llegarán otros tomadores de decisiones.
El segundo problema es que después del entusiasmo por viajar que mostraron los morenistas este verano, ahora necesitaríanrecurrir a un pasamontaña ante el riesgo de ser fotografiados.
Hoy enfrentan una paradoja, pues si antes no podían viajar cómodamente por falta de recursos; ahora son satanizados por haber llegado al poder.