La noche de Santiago más triste de su historia

 
Alonso Gordoa
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Santiago de Compostela. El miércoles 24 a las 8:30 de la noche, la Plaza Principal de esta ciudad estaba a reventar; unos 20 mil peregrinos cantaban, comían y se preparaban para celebrar la gran fiesta del apóstol Santiago.



Media hora después, esas mismas personas comenzaban a retirarse, abatidas, para buscar una pantalla de televisión o una estación de radio y seguir la cobertura del accidente ferroviario que, a cinco kilómetros de allí, hasta ahora ya ha cobrado la vida de 80 personas.

El turismo es una actividad vulnerable, pero que se recupera rápidamente y la fatal coincidencia del accidente con la gran celebración religiosa de la región de Galicia provocó en pocos minutos la cancelación de las fiestas que proseguirían el jueves cuando hay asueto nacional.

Con una historia de más de diez siglos, el Camino de Santiago había dejado de ser atractivo después de la Segunda Guerra Mundial, pero a finales de la década de los sesenta inició un lento proceso de señalización de las distintas rutas para llegar al santuario.

Fue hasta la década de los ochenta cuando paulatinamente los peregrinos católicos comenzaron a dedicar inclusive semanas para llegar caminando a la ciudad en donde están los restos mortales del apóstol.

Después, un trabajo de promoción y mercadotecnia efectivo convirtieron al Camino de Santiago en un ejemplo de producto turístico exitoso.

Hoy los jóvenes católicos lo realizan con un sentido de formación y convivencia religiosa, pero también es importante como ruta de turismo de naturaleza, gastronómico y cultural.

Hay muchas maneras de hacerlo, caminando cientos de kilómetros, restringiéndolo a sólo 100, en bicicletas y con el apoyo de automóviles.

Los hospedajes van desde modestos refugios por seis euros la noche, hasta hoteles de lujo que cuestan varios cientos y los perfiles de los viajeros incluyen desde jóvenes hasta personas de la tercera edad y de todos los grupos económicos y sociales.

A partir de este año precisamente un tren, Al Andaluz, un producto histórico y de lujo de la división turística de Renfe, la compañía ferroviaria del Estado español al que pertenecía el tren accidentado, inició este recorrido.

De hecho un grupo de 40 periodistas de distintos países participaba en una cena el miércoles al lado de la catedral, con motivo del viaje inaugural de la ruta.

En 2010 los peregrinos llegaron a 272 mil, cifra que ha bajado por la crisis económica en Europa.

Apenas el lunes de esta semana se registraron los primeros 100 mil de este año y la expectativa es que llegarán a 200 mil en 2013.

La ruta de Santiago seguirá siendo un ejemplo del potencial del turismo, pero la de este miércoles será recordada también como la jornada más triste en esta etapa moderna de su historia.



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