La competitividad y los “hoteles de amor”

 
Alonso Gordoa
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Si el turismo mexicano enfrenta retos de competitividad, una historia que revela cómo algunos de ellos pueden resolverse con una dosis de ingenio y otra de audacia es la de Aurelio Vázquez, quien fundó y dirige DIN, empresa de diseño e interiorismo.



Este arquitecto es un mexicano que proviene de aquella comunidad de gallegos que llegó al país hace varias décadas y que, entre otras actividades, desarrolló los llamados “hoteles de paso”, que hoy siguen operando en el país.

Cuando los herederos de algunos de estos hoteles decidieron invertir en su remodelación y contactaron a Vázquez, él se dio cuenta de que aquéllos sabían muy poco de su clientela.

Algunos los describían como unos salvajes que llegaban a tener sexo, destruían las habitaciones y hasta se robaban las televisiones, pero cuando profundizó en el asunto se dio cuenta de que ésos eran casos poco frecuentes.

Algo no le hizo sentido cuando pensó en las parejas que llegaban a esos establecimeientos para hacer el amor y se encontraban con habitaciones descuidadas y sucias que, además, tenían una connotación pecaminosa.

El arquitecto convenció a sus contemporáneos de que si iban a invertir en mejorar sus hoteles le dieran libertad para hacer propuestas “divertidas, inspiradoras, cachondas, atrevidas, pero lejos de la pornografía”.

Fue así como nació un concepto que hoy se conoce como los “hoteles de amor” y que ya involucra a 32 establecimientos remodelados, más otros diez que están en diversos procesos, desde los anteproyectos hasta los que ya están en construcción.

Los temas han sido muchos, desde una evocación a la cultura pop hasta los relacionados con los cómics, el paso del tiempo o una flor.

Dentro de las habitaciones hay lo que el arquitecto llama “guiños” para los clientes, como una hamaca montada en dos tubos que pueden ser utilizados para un baile erótico o un columpio que sugiere alguna fantasía.

Para ejecutar estos cambios optó por materiales durables, fáciles de limpiar y con un claro sentido estético, muy diferentes a las alfombras sucias y las cortinas raídas de otras épocas.

Pero, además, los hoteles remodelados tienen tarifas similares o apenas 10% arriba a las de sus competidores obsoletos de las mismas zonas y el resultado, obviamente, ha sido de mayores tasas de ocupación y más rentabilidad.

Así es que lo que hasta hace poco se trataba entre muchas personas como un tema obscuro, del que no se hablaba libremente, cada día se va abriendo y en los sitios en redes sociales de los “hoteles de amor” ya participan algunas miles de personas que comentan y relatan sus experiencias.

Vázquez dice que el diseño es caro, pero que es mucho más caro ignorar el diseño, una frase válida para muchas actividades del sector turismo.



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