Islas Secas, un resort que cuida la naturaleza

 
Carlos Velázquez
hrs.

ISLAS SECAS, Panamá.— Este país centroamericano no sólo tiene una de las historias políticamente más complejas de América, sino que en Centroamérica destaca por ser un paraíso fiscal, una región estratégica de intercambio comercial gracias al canal, uno de los hubs aéreos más relevantes, pero no una potencia turística.



Mientras otros países como Guatemala y  Costa Rica llevan años trabajando para atraer a los viajeros, los panameños lo han hecho hace menos tiempo.

El servicio no es precisamente lo suyo, tanto que en los establecimientos de alto nivel prefieren contratar a trabajadores de otros países, como México y Costa Rica.

En un país agobiado por una tasa de desempleo superior a 9.5% de su fuerza de trabajo en este 2023, hay una iniciativa legal en marcha para limitar al 25% de cada empresa turística el número de colaboradores foráneos; algo que obligará a las compañías establecidas en Panamá a desarrollar  programas de capacitación si se quieren beneficiar más de esta actividad.

No es raro que el resort más exclusivo de Panamá, que se llama Islas Secas —por los caprichos de las mareas que las dejan sin agua varias horas al día— Antonio Hajj, el gerente, haya nacido en México y que ahora se esté sumando Marielle, su esposa, como chef ejecutiva.

Después de haber conducido durante siete años otro resort de lujo en las Islas Fiji, un head hunter los llevó a trabajar a Panamá a un proyecto que nació originalmente para proteger una frágil región de una belleza natural extraordinaria.

Islas Secas es un archipiélago privado de Louis Bacon, inversionista de Nueva York, quien compró este conjunto de 14 islas con la idea de disfrutar y preservar este refugio.

Es común que ni siquiera los panameños hayan oído del archipiélago en el Golfo de Chiriquí, al sur de Panamá, del lado del océano Pacífico.

Allí viven importantes colonias de aves, como los piqueros pardos y las fragatas; también es un área de apareamiento y alumbramiento de las ballenas jorobadas y un sitio próximo a las principales zonas de pesca deportiva en Centroamérica.

Con habitaciones que parten de dos mil quinientos dólares la noche por dos personas, en un plan todo incluido, lo que también implica la mayoría de las casi innumerables actividades acuáticas, ya hay varias épocas del año en que las 14 casitas están totalmente ocupadas.

Aquí se están quedando personas adineradas que aman la naturaleza y que no encuentran mejor trato que alojarse en un hotel de lujo, cuya energía se alimenta casi por completo de paneles solares y en donde compensan la afectación que el gas y la gasolina generan en la huella de carbono.

El propósito de Bacon no es ganar dinero, sino volver este proyecto autosustentable para que, cuando eventualmente no estén ni él ni su fondo de inversión, de todas maneras el turismo le dé viabilidad económica a este archipiélago tan particular.

En realidad, son pocos los lugares que quedan como éste en el mundo y, por casos como éste, Panamá está percibiendo que el turismo es una actividad relevante para resolver no sólo sus problemas de pobreza, sino de conservacionismo.

La pareja Hajj, mientras tanto, tienen aquí un importante reto como profesionales mexicanos de hospitalidad, país que, sin falsas modestias, es uno de los más reconocidos por su nivel de servicio a nivel mundial.



hrs.

Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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