Huatulco necesita conservar su campo de golf

 
Carlos Velázquez
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El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado repetidas muestras de que no entiende ni le interesa entender la perspectiva de los empresarios, sin tomar en cuenta que muchas veces esa indiferencia termina afectando la creación de empleos y la calidad de vida de los trabajadores.



El campo de golf de Huatulco, el único de 18 hoyos que hay en Oaxaca, tiene una historia desafortunada; la decisión del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) de concesionárselo al empresario Ricardo Salinas Pliego, en la época del presidente Felipe Calderón, en la práctica lo convirtió en un campo semipúblico.

Durante muchos años, los turistas aficionados a ese deporte que van a Huatulco han tenido que resignarse a pagar tarifas de varios cientos de dólares por ronda, como si fuera Los Cabos; además de que el concesionario decidía, según sus necesidades, cuántas rondas abría cada día.

En todo caso Huatulco ha tenido y tiene un campo de golf y ello es un componente importante para un destino turístico de clase mundial, que busca a los viajeros de alto poder adquisitivo.

Además, las propiedades que se encuentran en torno del mismo cifran en alguna medida su valor en el hecho de que ofrezcan vistas a los fairways que son muy apreciadas.

Así es que, para decirlo de forma sucinta, un campo de golf incide en las tarifas de un destino, en la ocupación, en el valor de las propiedades inmobiliarias y en el perfil de los viajeros que lo visitan y generalmente mayor gasto es sinónimo de más derrama para los habitantes.

Pero además el campo de golf en sí mismo es una fuente de empleos y no sólo para quienes colaboran en la casa club, sino también para quienes se encargan de la parte agrícola que es muy importante.

La concesión de Salinas Pliego se venció en 2022 y como no quiso renovarlo en condiciones distintas a las originales, lo ha seguido operando sin un contrato de por medio a la espera de que Fonatur o el gobierno federal tomen una decisión.

Desde la perspectiva del turismo y los negocios, la opción sería licitar nacional o internacionalmente la concesión del campo; lo que seguramente llamaría la atención de varias empresas, que ya no tendrían que restringir las salidas ni cobrar precios fuera de mercado como sucede actualmente.

Con un buen plan de negocios, el campo de golf de Huatulco volvería a cumplir cabalmente el propósito por el que fue incluido en el Plan Maestro de este Centro Integralmente Planeado.

Pero el mandatario acaba de anunciar que volverá a esa propiedad un Área Natural Protegida, lo que significaría que regresará su “administración” al capricho de la naturaleza así es que en poco tiempo terminaría siendo devorado por la maleza.

Los hoteleros y vecinos de Tangolunda ya pusieron el grito en el cielo, pues si el destino en general resultaría afectado ellos en lo particular llevarían la peor parte.

Convertir el campo de golf en un “potrero” no beneficiará a nadie, ni a los empresarios ni a los trabajadores de la zona y tampoco al gobierno federal que podría obtener un ingreso a través de la concesión.

Los habitantes de Huatulco se quejaron durante años por la decisión de entregarle el campo de golf a Salinas Pliego, pero ahora se están dando cuenta que el costo de ya no tenerlo puede ser significativamente mayor.

 



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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