Una de las cosas buenas que en 2009 dejó a la Ciudad de México la terrible crisis sanitaria y económica provocada por la epidemia de la Influenza AH1N1, fue una seria de acciones que tomó el gobierno de Marcelo Ebrard para revertir la mala fama que en unos cuantos días se creó en el mundo sobre nuestra capital.
Una de estas acciones fue, por ejemplo, la creación de la Feria de las Culturas Amigas, que ahora ya se celebra cada año sobre Reforma y cada vez mejor, y la otra fue la organización de la Feria Internacional de las Américas, mejor conocida como FITA, que a la postre se constituirá como el mayor legado que el Jefe de Gobierno, Ebrard, le va a dejar a esta metrópoli en materia de turismo. De FITA, el propio Ebrard llegó a decir que “sirvió para ayudar a cambiar las percepciones negativas que en el mundo se tenía del Distrito Federal”.
FITA es una feria turística mundial, que aspira a tener el tamaño e importancia de las más famosas como las de Madrid y Berlín, por citar sólo dos.
Nació en septiembre de 2010, siendo el nombre propiedad de una empresa privada, con un plan de patrocinio a cuatro años por parte del gobierno de la ciudad: cada año sería menor la cantidad aportada y a partir del quinto año ya no aportaría dinero y recibiría todos los beneficios que trae a una ciudad un evento de esta naturaleza.
Por parte del gobierno, a quien le tocó impulsar la feria fue a Alejandro Rojas, entonces secretario de Turismo del DF.
En 2011 se llevó a cabo la segunda edición y todo marchaba bien, más allá de algunos roces políticos de Rojas con la secretaria de Turismo federal, Gloria Guevara.
Sin embargo, aduciendo razones de eficacia en el modelo de citas, la organización, diseño, fechas, sede y nombre, en enero de 2012 Marcelo Ebrard anunció, junto con Rojas, que FITA cambiaría de nombre, fecha y sede. Ahora se llamaría FIT México City y se haría en noviembre en el Centro Banamex.
No obstante, Global Trade, dirigida por Juan Carlos Hinojosa, afirmó que ellos eran los dueños de la marca FITA y que, por lo tanto, FITA se haría tal y como estaba planeado en septiembre. Así surgió la disputa de si habría dos ferias, lo cual no le convenía a nadie.
Entonces sucedió lo inesperado, por un conflicto partidista, doce días después Ebrard cesó a Rojas.
Ebrard se tomó casi dos meses para nombrar al sucesor. Finalmente, el nuevo secretario de Turismo del DF fue Carlos Mackinley, cuya primera gran tarea fue resolver el conflicto de las dos ferias, por órdenes de Ebrard.
En los días del problema, Rojas me comentó que Hinojosa podía hacer una feria turística, pero que ésta no podía llamarse ya FITA porque Sectur DF tenía los derechos del nombre.
Finalmente, Mackinlay anunciaría que se dejaba a un lado la idea de hacer FIT Mexico City y que se continuaría con FITA, al estilo Juan Gabriel: en el mismo lugar y con la misma gente.
Hace unos días le pregunté a Mackinlay sobre el tema de los nombres y categóricamente afirmó: “FITA nunca desapareció; apareció FIT México City”, que siempre “fue sólo una propuesta de papel”. “FITA seguiría con o sin nosotros, pero el sector turístico estaba dividido, inconforme y molesto por la situación. Por eso se decidió continuar con FITA, lo cual fue aprobado y totalmente respaldado por el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard”.
Y, por último, para que no quede duda, Mackinlay sostuvo: “El nombre de FITA pertenece a Global Trade. Hay toda la certeza jurídica. El Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual así lo confirma”.
No hay duda, FITA va. Y Juan Carlos Hinojosa es un empresario sonriente y contento.