Quienes vieron la llegada de **Eduardo Tricio** a la presidencia de Aeroméxico como consecuencia de la bonanza de esa aerolínea, que triplicó sus utilidades en el cuarto trimestre de 2012 contra el mismo periodo del año previo, difícilmente imaginaron lo que iba a pasar.
Y es que el también presidente de Grupo Lala arribó a la silla principal del Consejo de Administración de Aeroméxico para buscar una serie de cambios que le den viabilidad de largo plazo a la aerolínea bandera del país.
Claro que los cambios no siempre son agradables y, por ejemplo, hay que apuntar la salida de **Raúl Sáenz Campos** como director de Operaciones quien, junto con **Abraham Zamora**, que dejó la Dirección de Asuntos Corporativos para incorporarse a la Secretaría de Hacienda, eran los colaboradores más cercanos de **Andrés Conesa**.
Este último se mantiene como director general, aunque ha estado sujeto a una fuerte presión por parte de los empresarios que ahora controlan el Consejo y entre los cuales también está Valentín Diez Morodo.
Además, el año arrancó muy complicado para el área de ventas y Sergio Allard, director comercial de Aeroméxico, ha sostenido en las últimas semanas reuniones con sus aliados comerciales para revisar por qué se cayeron los ingresos en el primer trimestre del año.
No se trata de una cifra como para tirarse a un precipicio, pero sí ha habido una baja de alrededor de 4%, que en principio se explica por la llegada del nuevo gobierno que recientemente está ejerciendo su presupuesto.
Hay indicios de que en abril la situación comienza a mejorar, pero ciertamente a Tricio no le ha gustado nada que después de comandar la compra de un paquete de 20% de las acciones, ahora la aerolínea gane menos.
No se ha hecho de manera oficial, pero los ejecutivos de la empresa están sufriendo ajustes en sus salarios y bonos del orden de
20 por ciento.
La cereza en el pastel fue la decisión de promover un conflicto económico con el sindicato de sobrecargos, quienes mantienen un emplazamiento a huelga y no alcanzan a entender cómo una empresa que ganó el año pasado más dinero y que está ampliando y renovando su flotilla, no les quiere pagar mejor.
El hecho es que si no cambia la estructura de salarios e incentivos a los sobrecargos, que hoy le cuesta proporcionalmente el doble a esta firma de lo que pagan sus principales competidores, Interjet y Volaris, el futuro de Aeroméxico será cada vez más complicado.
Así es que ahora Tricio tiene mucho trabajo enfrente para que su inversión reditúe lo que él y sus socios se plantearon cuando decidieron asumir el control de esta compañía.