En Guanajuato, ¿ser indígena es ser discapacitado?

 
Redacción
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Sin duda, el titular de la Secretaría de Turismo de Guanajuato, **Enrique Olivera**, es el más activo de todos los secretarios de turismo estatales que hay en el país. Está en todos lados, va y viene, asiste a las principales ferias internacionales del sector, patrocina foros y encuentros, durante el año organiza decenas de ferias de todo tipo y, como resultado de este trabajo, entre otras cosas ha logrado posicionar a San Miguel de Allende como uno de los destinos más destacados del país a nivel mundial y convencido a muchos de que su estado posee una gran gastronomía, a pesar de que se queda corta frente a las que hay en otras regiones de México.



Para dar a conocer todo esto su oficina de prensa emite cualquier cantidad de comunicados, lo que le proporciona una constante presencia en los medios informativos que parece confirmar lo que desde hace tiempo se comenta: que Olivera tiene aspiraciones políticas mayores dentro de la entidad.

Sin embargo, manejar tal cantidad de información a veces puede tener sus defectos. Hasta ayer, con apenas dos días hábiles en el año que comienza, ya habían enviado dos boletines de prensa y uno de ellos habla sobre el impulso que Sectur Guanajuato da en su territorio a lo que se conoce como Turismo Inclusivo, política pública que existe en muchos países y que está enfocada a las personas discapacitadas.

No obstante, en Guanajuato han puesto en una misma canasta al llamado Turismo Social y al Turismo Inclusivo, lo que hace parecer que incurren en conceptos discriminatorios hacia algunos ciudadanos, ya sea por su origen racial, edad o condición socioeconómica.

El primer párrafo del comunicado afirma que “La Secretaría de Turismo del Estado de Guanajuato, comprometida con la integración a la actividad turística y a la recreación a grupos vulnerables promueve el turismo inclusivo a través del programa Mi Visita al Parque Guanajuato Bicentenario”.

El objetivo de este programa –según explica la propia Sectur Guanajuato— es “llegar a adultos mayores, personas con alguna discapacidad, indígenas y las familias más pobres de la entidad”, para lo cual cuenta con el apoyo del Instituto Guanajuatense para las Personas con Discapacidad, de los Centros Gerontológicos del DIF estatal, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y la Secretaría de Desarrollo Social y Humano del estado.

El mismo comunicado aclara que en México existe una amplia legislación que compromete al gobierno y a la sociedad al cumplimiento y aplicación de la normatividad enfocada a la inclusión a la sociedad de grupos en situación de vulnerabilidad, con la obligación de impulsar su desarrollo humano, sin discriminación y en igualdad de condiciones.

Y enseguida precisa que “en el caso particular de Guanajuato, el 9 de diciembre del 2014, conforme al Decreto Legislativo número 201, publicado en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado número 196, sexta parte, la Ley de Turismo para el Estado de Guanajuato y sus Municipios sufre modificaciones a sus artículos, incluyendo el capítulo destinado para el apartado de Turismo Social”.

Por lo tanto, asegura, “es así como el Turismo Social se integra por las acciones e instrumentos que propicien la participación e inclusión en las actividades turísticas a los grupos de trabajadores, niños, jóvenes, estudiantes, personas con discapacidad, personas adultas mayores, indígenas y demás sectores vulnerables, que por razones físicas, económicas, sociales o culturales tengan acceso limitado a disfrutar del patrimonio y los servicios turísticos del Estado”.

El Turismo Inclusivo y el Turismo Social tienen cada uno sus razones de ser, pero no son lo mismo. La dependencia que dirige Olivera informa que en 2015 fueron tres mil 821 personas que gracias al programa mencionado visitaron gratuitamente el Parque Bicentenario, que se ubica en Silao, pero no hace ninguna división entre ambos segmentos, como si ser indígena o pobre fuera lo mismo que padecer alguna discapacidad.

Tanto unos como otros merecen ser atendidos y darles la posibilidad de tener momentos de esparcimiento de acuerdo a sus requerimientos particulares. Seguramente la intención es buena, pero hay que tener cuidado con la manera en que se les califica.



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