El turismo sustentable y las plantas desaladoras de agua

 
Alonso Gordoa
hrs.

La semana pasada Angélica Simón, coordinadora de Comunicación de Greenpeace en México, envió una carta a este diario en relación con la columna que se publicó aquí el pasado 21 de junio.



Esta última citaba a Romárico Arroyo, presidente de la Asociación Mexicana de Desarrolladores Turísticos (Amdetur), quien sostiene que falta una legislación de vanguardia en México que concilie inversiones turísticas con la conservación del ambiente.

Situación que se hizo evidente tras la cancelación del proyecto Cabo Cortés.

Simón, por su parte, señala en resumen lo siguiente:

1. Greenpeace no está en contra del turismo.

2. Es lamentable que se haya considerado el proyecto Cabo Cortés, pues incluía la construcción de una planta desaladora en zonas costeras que tendría un impacto negativo sobre la biodiversidad.

3. El incremento de recursos hídricos mediante la construcción de desaladoras, no puede servir en ningún caso para fomentar y/o consolidar políticas urbanísticas con crecimientos incontrolados.

4. “Se sobreofertaron los terrenos aledaños a Cabo Pulmo al proponer 27 mil 700 habitaciones cuando las 11 mil que hay en Los Cabos no llegan a 100 por ciento de ocupación.”

Sobre estas afirmaciones dos expertos de primera línea, uno en turismo y otro en asuntos medioambientales, quienes no desean ser citados para no entrar en controversia con Greenpeace, comentaron lo siguiente:

a) Debido a la escasez de agua para el consumo humano en la región, no sólo en el estado de Baja California Sur, sino también en Baja California y Sonora, el uso de plantas desaladoras para abasto de consumo humano es, además de común, obligatorio, como lo señala el propio Ordenamiento Ecológico de Los Cabos para cualquier desarrollo urbano costero. En otras zonas del propio Municipio de Los Cabos, existen plantas desaladoras en operación, desde hace años, sin que existan problemas ambientales por su causa.

b) El impacto ambiental producido por la plata desaladora, es evaluado por la autoridad y depende de la tecnología que se utilice en el proceso, el tipo de insumos y subproductos. El impacto que genera la descarga de la planta es puntual y no excede un rango de decenas de metros alrededor del punto de descarga. La salinidad del mar que en promedio en la zona fluctúa entre 36 y 38 o/oo, no se ve incrementada más allá del área de influencia del punto de descarga, toda vez que el volumen de descarga en infinitamente menor al de recepción (el mar) por lo que este impacto es perfectamente amortiguado.

Debido a las limitaciones de espacio, mañana se incluirán las otras consideraciones, dos ambientales y varias turísticas, que también evidencian la falta de solidez técnica de la carta de Angélica Simón.

En realidad son los destinos que carecen de inversiones en tecnología de punta, los que concentran los problemas medioambientales.



hrs.
Notas relacionadas
Ir a la barra de herramientas