Ayer el presidente López Obrador destacó en su discurso por el año de su triunfo electoral, tres principales pendientes de su gobierno:
Acotar la violencia, mejorar el sistema de salud pública y lograr un crecimiento más acelerado de la economía, un último aspecto en el que debería identificar que hay grandes opciones en el turismo.
Al mandatario le cuesta trabajo entender la lógica de los negocios y cómo, incluso bajo su perspectiva de separar el poder político del poder económico, las claves son la confianza, la certeza jurídica y un ambiente propicio para generar ganancias.
No es extraño que los grandes empresarios le den la vuelta cuando les pide que inviertan en proyectos sin recibir utilidades, cuando niega las cifras oficiales o cuando pide crecer al 4% como si se tratara de un decreto votado por Morena.
Esa falta de entendimiento de los negocios, también le está provocando problemas al turismo; sector que no le interesa, aunque potencialmente es una gran máquina para abrir empleos.
Dicen quienes han trabajado con López Obrador, que es imposible llevarle la contraria y que a través de terceros vigila que sus órdenes se cumplan.
Lo deseable habría sido que Miguel Torruco, con décadas en el turismo, ya como Secretario del Ramo hubiera evitado tantos descalabros partiendo del supuesto de que él mismo no haya contribuido a gestarlos.
Hoy en muchos destinos mexicanos, hay bajas en los índices de ocupación hotelera y en la tarifas; debido a que no se está haciendo una promoción internacional eficiente y a que se perdieron las herramientas para manejar profesionalmente los problemas de imagen, a través del Consejo de Promoción Turística que está en liquidación.
La Secretaría de Turismo también ha sido desmantelada, pues no hay dinero ni para infraestructura, ni para capacitación o el desarrollo de los Pueblos Mágicos; además fueron despedidos muchos funcionarios especialistas en el sector y se ha descuidado la relación con los organismos turísticos internacionales.
Torruco también ha impulsado decisiones polémicas como beneficiar a Ocesa, y su filial CREA, dándoles el Tianguis y las ferias internacionales sin licitaciones de por medio; cuando ellos mismos enfrentan acusaciones de favoritismo en otras dependencias, incluyendo una licitación en marcha por más de 280 millones de pesos en la Secretaría de Educación Pública.
O como haber ignorado la orden presidencial de mudar Sectur a Chetumal y hasta haber llevado al Comité de Adquisiciones de Sectur una propuesta para arrendar seis camionetas nuevas, mientras López Obrador ordenaba vender los vehículos de la Presidencia.
Pero no todo está perdido, este 11 de julio, por ejemplo, se firmará en la Secretaría de Relaciones Exteriores el acuerdo de creación del Consejo de Diplomacia Turística, con la participación de Sectur.
También es importante la independencia y calidad técnica con la que están actuando algunos estados y destinos turísticos; la fortaleza de los empresarios e inversionistas y el interés que ha generado el Tren Maya desde Fonatur.
Son señales de que no todo está perdido para el turismo y si López Obrador quiere lograr que la economía crezca más rápido, tiene una oportunidad en este sector.