El relato en construcción del vino mexicano

 
Carlos Velázquez
hrs.

El próximo 7 de octubre se celebrará el Día del Vino Mexicano pretexto para que el Consejo Mexicano Vitivinícola, que dirige Ana Paula Robles, esté realizando varias acciones para seguir poniendo en valor esta bebida.



Entre ellas el lanzamiento de un “pasaporte del vino mexicano”, para visitar alguna de las 39 bodegas participantes; la opción de llevar vinos mexicanos para descorcharlos en varios restaurantes de la CDMX y una exposición fotográfica en las rejas de Chapultepec.

De todas esas iniciativas, quizá la más poderosa sea el lanzamiento de la tienda del vino mexicano en Amazon, pues hoy sigue siendo un reto encontrar en las tiendas físicas varias etiquetas mexicanas.

Actualmente 38.9% del consumo de vino en el país ya corresponde a bodegas nacionales, porcentaje pulverizado en más de 450 y ese número sigue creciendo.

Existen alrededor de nueve mil 400 hectáreas sembradas de vid, pero en algún momento fueron más de 15 mil en México aunque muchas de esas uvas se utilizaban para producir brandy.

En cuanto al valor, alrededor de 34.5% de los ingresos que genera el vino corresponde a etiquetas mexicanas, con cambios en el patrón del consumo nacional.

Es válido decir que el consumo per cápita es de apenas 1.3 litros; pero es más preciso señalar que de los más de 130 millones de mexicanos que habitan en el país, 6.5 millones consumen más de 23 litros per cápita comparable con las costumbres de algunos países europeos.

Una ventaja de México es su población joven que sigue consumiendo vino de manera creciente; mientras que en sociedades con más personas viejas, la demanda decae por situaciones de salud e ingresos.

Con esos números, el cultivo de la vid es el segundo empleador de cultivos agrícolas con 500 mil personas que sólo son rebasadas por el café con 800 mil.

Claro que hay muchos retos, más allá de los problemas estructurales como los elevados impuestos, la escasez de agua en ciertas regiones o la falta de transparencia en la información que ofrecen sobre sus etiquetas algunas bodegas.

Robles trae en su celular unas fotos que tomó en el Costco y sabe lo difícil que es competir con vinos subsidiados de países europeos que cuestan menos de 150 pesos la botella, cuando en México sólo la botella vacía cuesta más de 30 pesos.

Eso explica por qué los productores mexicanos se han enfocado a los vinos de calidad y que hoy su oferta se concentre en la bada de 300 a poco más de mil pesos por botella.

De hecho algunas tiendas como el área gourmet del Palacio de Hierro, ya han quitado los estantes para vinos mexicanos de menos de 300 pesos pues sencillamente no se venden.

Otra sorpresa es la aparición de nuevas regiones en la escena vitivinícola, como por ejemplo que ya haya alrededor de 20 bodegas en Jalisco que es mundialmente famoso por la producción de tequila.

Incluso hay una bodega en el Lago de Chapala y, por si fuera poco, en Tamaulipas que nunca ha pintado en el escenario del vino, hay dos bodegas y también hay otra en Nayarit, donde un viajero principalmente esperaría encontrarse con un pescado a la talla o unos camarones cucaracha.

Así es que la historia del vino en México es sobradamente un relato en construcción, del que hay que seguir esperando buenas sorpresas.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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