El jueves pasado dos veteranos del turismo, Juan Carlos Arnau y Paco Madrid, se dieron cita en la Riviera Maya para hacer algunas reflexiones ante los presidentes municipales de las demarcaciones que destacan por su vocación en este sector.
Ex compañeros de trabajo en la Secretaría de Turismo, Arnau dio a conocer el dato que más sorprendió, cuando dijo que la Universidad Nacional Autónoma de México lo autorizó a divulgar que el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI) está subvalorando en 25% el Producto Interno Bruto (PIB) Turístico.
Según el Centro de Estudios de Desarrollo Regional y Urbano Sustentable (CEDRUS), que dirige el doctor Norman Asuad, el PIB turístico está subvaluado por el máximo órgano de medición del país.
La fuente de información de CEDRUS son las mediciones propias basadas en los censos económicos.
Asuad junto con Armando Mújica proponen una nueva revisión especial de la economía turística del país, a partir de la medición a nivel de la localidad lo que mejorará la precisión de las cifras en los municipios turísticos.
Este dato es valioso y el sentido de la ponencia de Arnau, fue destacar que ni siquiera los países líderes del turismo la prestan la atención debida a una actividad económica tan importante.
Una de las razones, dijo, se deriva de la incapacidad de demostrar a cabalidad el impacto del turismo y su transversalidad.
Madrid, por su parte, en plan de quedar bien con los presidentes municipales señaló que ellos son los verdaderos operadores y responsables del turismo y nadie se los reconoce, ni se los agradece, ni les asignan un presupuesto especial.
También les sugirió, como el “enemigo público número uno de Airbnb” en que se ha convertido, que de plano se le vayan a la yugular a esa plataforma para exprimirle recursos adicionales a los que ya le pagan a los estados.
Además les comentó que la estructura gubernamental está muy mal diseñada para operar eficientemente el turismo y para terminar de “dorarles la píldora” recordó que de otra reunión como ésta, a la que asistió años antes, habían salido tres gobernadores.
Como remate, “corre comercial”, les ofreció preparar académicamente a un funcionario de su confianza de cada municipio, a través de su Maestría de Gestión de Destinos que es la única coordinada por la Organización Mundial del Turismo.
Divisadero
Genio y figura. La semana pasada opiné en este espacio, que la promesa de Carlos Mackinlay, primer titular de Turismo de la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum, de llevar los beneficios del turismo a las delegaciones más pobres de la capital se quedó en pura palabrería.
Así es que Mackinlay me envió un mensaje digital para, irónicamente, darme las gracias por mis comentarios.
Cuando le respondí, en el mismo tono, que su descaro eran casi tan grande como el de su amado presidente, el ahora degradado a funcionario menor reviró con una iracunda respuesta diciendo que mi “nota” estaba “plagada de errores”.
La estaba comenzando a leer cuando se arrepintió, la borró y prometió escribirme con “más tiempo” la próxima semana, pues mi columna tiene una “falla monumental”.
Si fue así como siempre la aclararé, pero en el fondo sostengo lo dicho: Su promesa de llevar los beneficios del turismo a las colonias más necesitadas de la CDMX se quedó en puro rollo.
