El día en que murió el Acuerdo Nacional por el Turismo

 
Alonso Gordoa
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Hoy hace exactamente dos años que, en una ceremonia “sin-pre-ce-den-te”, como le gustaba decir a la anterior titular de Turismo, Gloria Guevara, se firmó en Palacio Nacional el Acuerdo Nacional por el Turismo.



En opinión de especialistas como Francisco Madrid, director de la Escuela de Turismo de la Universidad Anáhuac, ahora este segundo aniversario también podría ser una buena ocasión para darle sagrada sepultura al Acuerdo.

Desgraciadamente toda aquella parafernalia de la ceremonia con el Presidente de la República, 30 gobernadores, el secretario general de la Organización Mundial del Turismo, los líderes en el Congreso y los grandes empresarios no se tradujo en cambios de fondo para impulsar la competitividad del turismo mexicano.

Las deficiencias partieron de la falta de un diagnóstico serio que se tradujera en una agenda efectiva de cambios, aunque hubo aquella reunión en un hotel de Polanco donde se generó una “lluvia de ideas” sobre lo que era importante hacer.

Aquí están algunos ejemplos extraídos del Acuerdo:

“Elevar la calidad de los servicios en los paraderos turísticos de las carreteras federales y de peaje, considerando medidas encaminadas para estandarizar dichos servicios.

“Aumentar el conocimiento de la niñez mexicana en temas de cultura turística como promotora del desarrollo del país, a través de nuevos contenidos en la materia en los libros de texto de educación básica.

“Revisar y actualizar las competencias que puedan ser de interés del sector como camaristas y meseros”.

Además de que en los 101 puntos del Acuerdo hubo muchos intrascendentes, como los tres mencionados, lo grave fue la pobreza en los avances de las llamadas “medidas de alto impacto”.

Ni se concretó la preinternación a Estados Unidos desde los principales aeropuertos mexicanos, ni se concretaron los cambios a la política de aviación para lograr más vuelos y asientos desde los destinos internacionales, como tampoco fue posible ampliar los recursos para la promoción turística, por mencionar unos casos.

La visión de la nueva administración es distinta y a través de la creación del Gabinete Turístico y de los cuatros ejes de la política turística: Ordenamiento y transformación sectorial; Innovación y Competitividad; Fomento y Promoción y Sustentabilidad y Beneficio Social, se prevé crecer más rápido.

Claudia Ruiz Massieu, la actual titular de Sectur federal, tiene entonces el reto de revertir aquella historia shakespeareana de “mucho ruido y pocas nueces”, para lograr los avances quizá de forma discreta, pero más efectiva.

Divisadero

Aeromar. No resultó fácil entender por qué los dueños de Aeromar pusieron al frente a Fernando Flores en lugar de Ami Lindenberg y relegaron a un segundo puesto a otro experto como es José Manuel Díaz de Rivera.

Éste último ya puso tierra de por medio y decidió retirarse de dicha aerolínea.



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